La infiltración del narcotráfico en los procesos electorales es el mayor riesgo que amenaza a la democracia mexicana, advierte el historiador Enrique Krauze. A ese gran riesgo le siguen dos más: la tentación caudillista y la restauración del sistema político del PRI.
Krauze afirma que la lección más importante que le dejó la realización del libro El poder y el delirio (Tusquets, 2008), es que las democracias se pierden, como se perdió la de Venezuela en los años 90 tras la llegada de Hugo Chávez a la Presidencia.
El director de la revista Letras Libres viajó en diciembre del 2007 por primera vez a Venezuela, motivado por el proceso de referéndum que le negó a Chávez la posibilidad de cambiar la Constitución. Ahí se entrevistó con varios personajes, chavistas y opositores al régimen, cuyas experiencias y opiniones dan forma a su más reciente libro.
"He aprendido una lección que me parece invaluable, y es el modo en que Venezuela perdió esa democracia liberal que les costó tanto trabajo construir. Se desvirtuó con la llegada de un líder carismático que, aunque ha ido ganando las elecciones en los últimos años, también ha ido restringiendo las libertades y concentrando el poder de tal manera que se va asfixiando la democracia.
"La democracia venezolana se suicidó porque sus élites rectoras, empresariales, mediáticas, políticas, intelectuales, culturales, sindicales, la dejaron morir. Todas estas cosas son lecciones de lo que en México no debemos permitir".
¿Hay en México algún peligro para la democracia?
Está el tema del riesgo del narcopoder; que haya una infiltración mucho mayor en los procesos electorales es algo en lo que el IFE y los partidos tienen que estar muy atentos. Ese es un peligro real, estaríamos corriendo un riesgo muy grande de desvirtuar la democracia por la vía del narcopoder.
Y siempre existe la tentación mesiánica y caudillista. Y probablemente vayamos a tener la tentación de una restauración de esa especie de monarquía con ropajes republicanos que era el sistema político del PRI.
Hay riesgos, pero no creo que estén a un nivel alarmante. Al contrario, pienso que con todos sus defectos y problemas, nuestra democracia ha ido avanzando, se ha ido consolidando. No están dadas, y espero que nunca estén, las condiciones que yo narro en este libro que provocaron el suicidio de la democracia venezolana.
¿Tampoco están dadas las condiciones para el surgimiento de un caudillo como Chávez?
Estuvieron dadas y ese caudillo surgió, ahí está, y pueden surgir otros caudillos. Siempre está latente en nuestros países la sombra del caudillo. Nuestros países nacieron de un orden monárquico; cuando se hunde el trasatlántico español y surgen las repúblicas latinoamericanas, se proponen ser repúblicas democráticas liberales, con el ideal republicano clásico, pero no lo logran porque las sociedades mismas no son republicanas. Nos ha llevado dos siglos, pero entre golpes de Estado, revoluciones y caudillos, a trompicones, algunos países han ido consolidando sus democracias. En México nunca ha dejado de haber caudillos, pero el caudillismo digamos que se institucionalizó con la Presidencia del PRI, era una especie de caudillo que cada seis años tenía que bajarse de la silla. El carisma no estaba tanto en la persona del Presidente, sino en la institución presidencial.
¿Tampoco están dadas las condiciones para el surgimiento de un caudillo como Chávez?
Estuvieron dadas y ese caudillo surgió, ahí está, y pueden surgir otros caudillos. Siempre está latente en nuestros países la sombra del caudillo. Nuestros países nacieron de un orden monárquico; cuando se hunde el trasatlántico español y surgen las repúblicas latinoamericanas, se proponen ser repúblicas democráticas liberales, con el ideal republicano clásico, pero no lo logran porque las sociedades mismas no son republicanas. Nos ha llevado dos siglos, pero entre golpes de Estado, revoluciones y caudillos, a trompicones, algunos países han ido consolidando sus democracias. En México nunca ha dejado de haber caudillos, pero el caudillismo digamos que se institucionalizó con la Presidencia del PRI, era una especie de caudillo que cada seis años tenía que bajarse de la silla. El carisma no estaba tanto en la persona del Presidente, sino en la institución presidencial.
El historiador venezolano Germán Carrera dice en el libro que en la democracia venezolana son las dos de la mañana, ¿qué hora le parece que es en la democracia mexicana?
Las ocho de la mañana. Ya nos amaneció, pero tenemos que saber administrar y planear bien el día y no confiarnos.
Las ocho de la mañana. Ya nos amaneció, pero tenemos que saber administrar y planear bien el día y no confiarnos.
Los estudiantes en Venezuela han jugado un papel muy importante en diversos momentos, el más reciente en diciembre del año pasado. ¿Qué papel tienen los estudiantes en México?
Los estudiantes mexicanos son un sector muy consentido que no tiene idea de lo que significa perder la democracia y la libertad, y entonces, o están entregados a una especie de hedonismo más o menos adolescente, o son adolescentes fósiles o en algunos casos siguen con la ensoñación revolucionaria, no de tomar ellos las armas, pero sí admirando a figuras de la mitología revolucionaria, sin darse cuenta y sin conocer de verdad lo que esas historias implicaron. Los estudiantes venezolanos han madurado tan rápido porque vivir el peligro de una sociedad totalitaria moviliza a los jóvenes, es como quitarles el futuro. En México, la misma suavidad de la transición democrática ha vuelto perezosos y algo irresponsables y hedonistas a nuestros jóvenes.
¿Y eso no se convierte en un riesgo?
Claro que sí, porque ¿dónde están los nuevos liderazgos políticos?, eso sí debería preocupar a los partidos, que no están atrayendo a los jóvenes, porque no hay una oferta para ellos. Es difícil que la juventud mexicana entienda a fondo lo que es la democracia liberal y espero que no tenga que llegar el momento en que perdamos la democracia liberal para que despierten.
¿Presentará el libro en Venezuela?
He querido que mi presencia en Venezuela sea a través del libro, de mis ideas plasmadas en el libro; la presencia personal mía quizá pueda ser interpretada como un acto de protagonismo inadmisible.
Karla Garduño (Reforma, 18.11.08)
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