No tanto por sudar calenturas ajenas, sino porque la necedad es contagiosa, ahora en México ha surgido un notable interés por las votaciones que tendrán lugar en Venezuela el próximo domingo.
Tampoco llega a la desvelada, como cuando son votaciones de los gringos, pero ya se habla y se pregunta por qué hasta Enrique Krauze, en lugar de seguirle con Pancho Villa, anda de uno a otro lado presentando su buen libro sobre Chávez y los pobres venezolanos, al que tituló «El Poder y el Delirio».
Es más: quiere ir a presentar su libro a la verde Caracas, como tentándole los bigotes que no tiene al «¿Por qué no te callas?», modelo en turno del populismo ramplón de nuestro analfabetismo tropical.Después de que Rey de España defendió a su Zapatero, como si hubiera sido su cocinero, a cualquier intelectual se le antoja la polémica con ese dictador para novela caribeña.
Estas votaciones del próximo domingo no son para quitar a Chávez. Esas fueron las del fraude de las «tarjetas morochas» y otras yerbas que por allá también le saben a eso, aunque no tengan maestros como operadores.
Estas votaciones son de gobernadores y presidentes municipales. Pero el teniente coronel Hugo Rafael Chávez Frías las ha tomado como de vida o muerte.
Al que no le dice «asqueroso traidor», se la baja amenazándolo nada más de muerte: «Si permiten que la oligarquía regrese a la gobernación, a lo mejor voy a sacar los tanques». «Esta es una revolución que está armada». ¡Órale!
Chávez Frías dice que la prenderá si le derrotan en los estados de: Carabobo -precioso nombre-, Zulía, Nueva Esparta, Sucre y Guarnica. Por eso amenaza, ofende, suspende telenovelas para echar sermón, corrompe, espía. El ambiente es de violencia verbal extrema.
Y acuérdense que allá, en Venezuela, casi hay tantos partidos políticos como venezolanos y venezolanas en edad de votar. Cada quien parece tener registrado su partido. Por eso mejor hacen dos bloques: el oficialista de Chávez con los cubanos de Castro y el de los venezolanos independientes, que todavía no siguen el consejo de Simón Bolívar: «Huid de un país donde uno sólo ejerce todos los poderes. Es un país de esclavos».
En Venezuela, Chávez tiene 10 años mangoneando y llevando al desastre a la que fuera rica economía petrolera. Puro terror, odio, división hasta familiar, despotismo, asesinatos.
Eso sí: una oposición de lo más civilizada, agradable y enérgica.
Gregorio González Cabral (8 columnas, Cd. de México, 27.11.08)
Tampoco llega a la desvelada, como cuando son votaciones de los gringos, pero ya se habla y se pregunta por qué hasta Enrique Krauze, en lugar de seguirle con Pancho Villa, anda de uno a otro lado presentando su buen libro sobre Chávez y los pobres venezolanos, al que tituló «El Poder y el Delirio».
Es más: quiere ir a presentar su libro a la verde Caracas, como tentándole los bigotes que no tiene al «¿Por qué no te callas?», modelo en turno del populismo ramplón de nuestro analfabetismo tropical.Después de que Rey de España defendió a su Zapatero, como si hubiera sido su cocinero, a cualquier intelectual se le antoja la polémica con ese dictador para novela caribeña.
Estas votaciones del próximo domingo no son para quitar a Chávez. Esas fueron las del fraude de las «tarjetas morochas» y otras yerbas que por allá también le saben a eso, aunque no tengan maestros como operadores.
Estas votaciones son de gobernadores y presidentes municipales. Pero el teniente coronel Hugo Rafael Chávez Frías las ha tomado como de vida o muerte.
Al que no le dice «asqueroso traidor», se la baja amenazándolo nada más de muerte: «Si permiten que la oligarquía regrese a la gobernación, a lo mejor voy a sacar los tanques». «Esta es una revolución que está armada». ¡Órale!
Chávez Frías dice que la prenderá si le derrotan en los estados de: Carabobo -precioso nombre-, Zulía, Nueva Esparta, Sucre y Guarnica. Por eso amenaza, ofende, suspende telenovelas para echar sermón, corrompe, espía. El ambiente es de violencia verbal extrema.
Y acuérdense que allá, en Venezuela, casi hay tantos partidos políticos como venezolanos y venezolanas en edad de votar. Cada quien parece tener registrado su partido. Por eso mejor hacen dos bloques: el oficialista de Chávez con los cubanos de Castro y el de los venezolanos independientes, que todavía no siguen el consejo de Simón Bolívar: «Huid de un país donde uno sólo ejerce todos los poderes. Es un país de esclavos».
En Venezuela, Chávez tiene 10 años mangoneando y llevando al desastre a la que fuera rica economía petrolera. Puro terror, odio, división hasta familiar, despotismo, asesinatos.
Eso sí: una oposición de lo más civilizada, agradable y enérgica.
Gregorio González Cabral (8 columnas, Cd. de México, 27.11.08)
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