México, 18 Nov (Notimex).- Concebido como una tentativa de "inocular" a México contra el "virus pernicioso del poder carismático o autoritario", el historiador Enrique Krauze dice acerca de su más reciente libro El poder y el delirio: - Es un alegato para advertir que las democracias no sólo se cuidan, sino también se defienden y se protegen.
Franco, abierto, contundente, el escritor y ensayista afirma en entrevista con Notimex: en México no estamos para perder nuestra democracia. Aunque, abunda, hay visos de que esto puede ocurrir si los partidos políticos no se modernizan, y si la clase política en general evita pensar más en la ciudadanía y en ofrecer resultados concretos
Para el autor de la serie Biografías del poder, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez -principal protagonista de su obra- es un hombre cuyo radio de acción no se limita a su país sino a toda la región, y representa un tipo de dominación, con una gran carga de ideología y manipulación histórica, que está latente en muchos países.
Padeciendo aún los estragos de un viaje de más de 11 horas que lo trajo de regreso de España, en donde acudió a las actividades conmemorativas por los siete años de la edición española de la revista Letras Libres, Krauze no deja de mostrar su entusiasmo ante la aparición de su nuevo libro. El poder y el delirio nació en diciembre del año pasado, días después de que los venezolanos fueron a las urnas y rechazaron la reforma a la Constitución propuesta por Chávez, que le permitiría perpetuarse en el poder. A pesar de que Krauze solicitó en dos ocasiones hablar con Chávez, éste se negó.
-Doctor Krauze, más allá de los lazos de amistad que lo unen con Venezuela, ¨qué es lo que hace que un historiador como usted se interese en una figura como Chávez?
-Siempre me han interesado las figuras del poder. No para admirarlas ni para destrozarlas, sino para analizarlas. A fin de desentrañar ese misterio, el misterio del poder. Cómo no interesarme en este personaje que es el más importante de la corriente del poder carismático en América Latina. Chávez es el hombre fuerte que apela a la historia, a las tradiciones, que moviliza a las masas, y que deja atrás las instituciones insípidas de la democracia. El estudio, primero; la documentación y finalmente la crítica de ese poder carismático y autoritario fue lo que me llevó a acercarme a este fenómeno. Personaje que además tiene el atractivo adicional de su complejidad, porque no es un Tirano Banderas (título de la novela de Ramón María del Valle Inclán), cualquiera ni un dictador típico, sino que tiene la particularidad de haber sido electo por una mayoría, a pesar de que la tendencia de su régimen es la concentración total del poder.
- No obstante haber sido electo por una mayoría, y de iniciar su segundo periodo de gobierno en enero del año pasado, 11 meses después la gente le dijo No a su propuesta de reforma constitucional, ¨qué es lo que ocurre con este tipo de liderazgos?
- Lo que sucedió el pasado 2 de diciembre fue más un problema de abstención, los que dijeron No, fueron los mismos que se lo habían dicho siempre; los adversarios no aumentaron, es un hombre tremendamente popular. Los que aumentaron fueron los chavistas que se abstuvieron, quienes se pronunciaron, con su decisión, por poner un límite, y con ello ejercieron la esencia de la democracia, la constante vigilancia del poder. Esa noción de limitar el poder es central en la democracia liberal y es aquello que los venezolanos institiva y racionalmente percibieron, entendieron y llevaron a la práctica. Si el próximo 23 de noviembre vuelven a hacerlo, eligiendo a algunos alcaldes y gobernadores de la oposición, habrán dado un paso más en ponerle cotos al poder absoluto, casi monárquico al que tiende Chávez.
- Chávez es un político con un liderazgo que utiliza las herramientas de la fe para perpetuarse en el poder, ¨esto lo hace más peligroso?
- La fe popular, la historia la utiliza con el único objeto de perpetuarse en el poder, porque uno no necesita del poder absoluto para encabezar un régimen con vocación social. Ahí está el ejemplo de Lázaro Cárdenas, que repartió 17 millones de hectáreas y nacionalizó el petróleo, y también está el caso de Luiz Inacio Lula Da Silva. Ambos no necesitaron hacer uso de las mitologías históricas ni decir que si Cristo volviera a existir votaría por Chávez. Chávez hace uso de la religión y de la historia para desvirtuarlas, adulterarlas y ponerlas al servicio de su propio proyecto, y ese uso de la historia y de la fe de las masas para manipularlas pertenece a la tradición fascista.
El socialismo del siglo XXI que tanto vocea en realidad nunca lo ha sabido definir con toda claridad, y si ese socialismo es confiar en que las comunas sean los motores de la economía, de la justicia social y del gobierno, se trata de un proyecto que en su momento demostró su inviabilidad en casos como en China.
- En el libro usted plantea un escenario económico desastroso en Venezuela, con indicadores en rubros como la inversión extranjera realmente alarmantes, ¨qué es lo que ocurre en la gente que a pesar de esto sigue votando por este tipo de líderes?
- Nuestra cultura política todavía es muy mágica, cuentan mucho las buenas intenciones. A la gente todavía le importa mucho medir a las personas por sus buenas intenciones, por lo que percibe como su sinceridad, bondad, su disposición y su sensibilidad, y Chávez tiene esa vocación social.
Yo no creo que Chávez sea un cínico, mucho menos un payaso o un bufón, creo que está sinceramente imbuido de una vocación de ayudar a los pobres, sin embargo todas las malas noticias que le lleguen sobre cómo se instrumentan sus programas no quiere escucharlas, porque para él hay algo más importante, su voluntad personal. Se trata de un narcisismo del poder. En nuestros países todavía se percibe al gobernante como dueño del poder, el poder se enajena, no se da como un mandato revocable, sino que se le otorga al gobernante para que se adueñe del poder.
- ¨En los jóvenes está el germen de esa cultura crítica que sale a las calles y que le dice No a Chávez, y que pide que se le acote el poder?
- Exactamente. La libertad sólo se aprecia cuando se pierde; como el aire, mientras no se pierde no se piensa en él. En Venezuela los jóvenes estaban dejando de respirar, sabían que iban a acabar sus oportunidad, sus posibilidades, su independencia misma, y además que la mayoría iban a ser ya empleados del gobierno con lo que eso significa, de acotamiento de sus perspectivas y por ello salieron a las calles, porque Chávez les estaba robando su futuro.
- Parafraseando a Hugh Thomas (historiador hispanista), ¨después de este libro pudo conocer más México?
- Sí. Me di cuenta de la importancia de la estructura del Estado en México, y de la iglesia, como dos entidades mucho más fuertes y el resultado de esa fortaleza de lo político y lo teológico comparado con Venezuela es una especie de llanura en donde no ha habido tanto Estado ni iglesia, como caudillos, dictadores y violencia. También aprendí a ver cómo se suicida una democracia. Eso fue lo que más me llamó la atención, porque desde Platón y Aristóteles está documentado que en la cuna misma en Grecia, los Estados-ciudad democráticos dejaban de serlo. La democracia se perdía y se ganaba cada rato. Cuando el mundo moderno readopta la democracia también se pierde la democracia. La democracia alemana se perdió de la manos de Hitler después de una elección, igual ha ocurrido con otras democracias; la democracia liberal venezolana también naufragó por obra de las élites.
- En todo el libro permea una idea clave que relaciona el liberalismo con el socialismo ¨cómo conciliar una con otra?
- Adopté como abuelo intelectual a Daniel Cosío Villegas y él era un liberal con sensibilidad social. Escribí su biografía. Me impregné de ese liberalismo. Mi abuelo Saúl, por la vía paterna, era un sastre socialista. Con esos dos antecedentes, siempre he creído que ambos se deben vincular. Sin embargo, en México lo que llamamos izquierda, académica, cultural, intelectual, en términos generales le ha dado la espalda al liberalismo. Que ponga en entredicho el liberalismo económico me parece muy bien, pero inexplicablemente se la dio, por ejemplo a Octavio Paz; la izquierda sigue teniendo mitologías estatistas; sigue desconfiando de la libertad del mercado mismo, el cual no endioso pero tampoco lo veo como la fuente de prescindible egoísmo humano.
Esa izquierda no es tolerante, no acepta la crítica, ni la diversidad ni la pluralidad, no es liberal. Es más desprecia lo liberal; es más para esa izquierda los liberales somos sus enemigos. Mientras se mantenga la cultura del insulto, el socialismo mexicano o la izquierda, permanecerá de espaldas a la generosa tradición liberal.
Notimex (19.11.08)
No hay comentarios:
Publicar un comentario