jueves, 27 de noviembre de 2008

Incidencias y coincidencias desde el Sur


Algunas situaciones unen cuando los vientos de crisis asoman un espectro de incertidumbre, lo vemos en el pacto que firman México y Argentina para combatir el crimen organizado. Vale el esfuerzo, para ello no existe geografía dispersa, impera y domina todos los fueros, penetra las capas del poder en la información y la impunidad cuando compra los mandos, cuando tergiversa voluntades y cuando amedrenta comunidades enteras. De organización hablamos, desde la clandestinidad pero con la efectividad que tienta el dinero cuantioso, tentáculo que invade intimidad institucional y que rompe esquemas de confianza de hombres probados en carreras y trayectorias del supuesto lado de la legalidad, cuidado que una y otra vez tendrá prueba paralela al nivel de vida y juicio irremediable de aspectos alguna vez privados que ahora se convierten en escrutinio público.

Son los tiempos en los que la vara de la institucionalidad sitúa por encima del depósito del mando otorgado, la cuenta que adelanta funciones y prerrogativas de un combate desigual si de información privilegiada hablamos, cuando las manos ensucian el traspaso de la misma y finalmente, el uso desvirtúa la protección de una sociedad que se pega a su gobierno, en afán de custodio de algo más tangible que las buenas costumbres. Abundar en la redundante secuencia de peligro para las generaciones futuras sería tanto como otorgar voto en blanco a los nuevos mandos. No debe darse el caso de afrontar la protección de nuestros jóvenes con una corrupción en cadena, como lamentablemente hemos atestiguado. Los lazos se extienden cuando las amenazas no cubren todas las esquinas de defensa.

De lo cualitativo como apunta el sentido de la adhesión mencionada, también las muestras de acecho en lo sustancial inciden en todo terreno del comportamiento de las sociedades. Ya la economía global alecciona en las prerrogativas de selección de formas de vida, y aleja cada vez más las supuestas doctrinas de aislamiento, y por ellas entiéndase la adopción de modelos que segregan las tendencias del mundo en su conjunto. Llevar el sentido opuesto de la marcha de una globalidad imperante soluciona el desafío que llevan los plazos, cuando la creación de recursos dicta ventajas en el orden económico pero nunca más allá de éste y nunca más allá tampoco de los plazos medios, tiempos que absorben las supremacías de unos para siempre confundirlos en la inmensa dotación de defensas de un mundo interconectado, y naturalmente dispuesto a romper hegemonías con las reglas de mercados, las escritas y las que van conformando las fuerzas lógicas de la contracción de demanda, defensa inequívoca que desarma la alguna vez oferta preponderante. Es el caso de Venezuela, o como expresara Enrique Krauze en reciente presentación a los medios, de las dos Venezuelas, entendiéndose por ello la oposición creciente que resultara de los comicios del domingo pasado, polarización latente que desoye los presagios mesiánicos de un líder que tentó las inmediaciones de la democracia como sustento de perpetuidad en una premisa que no garantiza salvaguarda electoral: los precios del petróleo.

Surge la interpretación que desvirtúa los controles de Chávez. Al parecer 17 de 22 estados en manos del partido en el poder no significarían gran retroceso de la influencia de años que han visto referendos, plebiscitos, elecciones y un sin fin de simulaciones también, pero en política cuenta el avance de una población nutrida en la que el 48% será gobernada por la oposición y más allá de las poblaciones rurales y otras con menor índice de educación, la pérdida para el partido rojo se advierte en Caracas, la capital, en Zulia, en Carabobo y en el estratégico Miranda, cuna de capitales del exterior.

Krauze también se encarga en El poder y el delirio, libro muy reciente y en etapa de lanzamiento, de desmenuzar el falso proceso y adopción del bolivarismo, interpretación de Hugo Chávez, como modelo válido y estandarte del liberalismo democrático y en la revolución de una semántica de confusión, los términos de una ruta verdaderamente bolivariana, los preceptos de Simón Bolívar no tienen el planteamiento que pretende el partido de los rojos venezolanos con Chávez al frente. Las amenazas verbales del retorno de una “oligarquía a la gobernación del país” no surtieron efecto el domingo en las urnas. Los precios bajos del petróleo, los mercados financieros con su propia debacle, las conversiones que se han desatado desde las regulaciones de la banca de inversión a la orientación del depósito y el ahorro, los programas de rescate de instituciones clave en la estabilidad de los mercados, la premura de recomposición de los trastornos de índices de los retornos esperados, que redundarán en plazo y finalmente la reestructura de los precios de los perecederos y otros ligados a la producción de básicos, retoman el pensamiento del orbe para desafiar el aislamiento mencionado anteriormente. Las revoluciones ahora son de rescate y supervivencia de instituciones. Se entiende la acción conjunta en el mar de incertidumbre que dejarían las supresiones de la intermediación financiera. Las escalas ascienden desde el consumidor, las hipotecas, las instituciones en peligro de desaparecer y finalmente los mercados, todo en la etapa de recomposición y todo enmarcado en algo que no compra el pensamiento aislacionista: la inyección de capital.

Las economías emergentes ven con pasmo y enorme sorpresa el verdadero liderazgo y la pronta reacción de la verdadera alianza que pagará las cuentas. La Reserva Federal adelanta programas que sobredimensionan el tamaño de las economías de la región. Nuestras preocupaciones de acomodo doctrinario se opacan ante el tamaño de lo que para la nación más poderosa del mundo se denomina rescate, simple forma de interpretar la involución del proceso y pensamiento económicos en los tiempos actuales. La región despierta a una nueva etapa en la que los liderazgos adoptan formas cada vez más democráticas. Bolivia y Ecuador ya tomarán nota de los comicios venezolanos y la mira del norte nunca tal vez será despreciada ante el arrojo de recomposición del equilibrio que supera los intentos de bloques separatistas. Los acontecimientos actuales distan mucho de la casualidad.

Manuel Torres Rivera (Ecos de la costa, Colima, 27.11.08)

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