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jueves, 12 de febrero de 2009

Delirio de poder

El conocido historiador mexicano Enrique Krauze diagnosticó hace tiempo, con precisión, el mal que aqueja al coronel Hugo Chávez; delirio de poder. Y nada más evidente, para confirmar el acierto del diagnóstico, que el nuevo intento de conseguir la reforma constitucional en Venezuela para permitir la reelección indefinida.
El 2 de febrero, el coronel Chávez cumplirá 10 años en el poder. Todavía le restan cuatro años más. Pero para quien está aquejado por el delirio del poder 14 años no son suficientes. Por ello, el presidente venezolano movió los hilos para que la Asamblea Nacional o Congreso, con dominio absoluto de sus partidarios, aprobara la enmienda constitucional que permite a las autoridades de elección popular presentarse sin límite para la reelección.
El 15 de febrero, 17 millones de venezolanos están convocados a referendo para pronunciarse a favor o en contra de esa enmienda constitucional.El coronel Chávez propuso ya otra vez, dentro de un amplio paquete de reformas constitucionales que concentraba aún más que ahora los poderes en el presidente, la reelección presidencial indefinida. Esta le permitiría gobernar desde 2013 otro período más hasta 2019 y, así, seguir sin límite en el poder.
El pueblo venezolano rechazó en diciembre de 2007 las reformas constitucionales: fue la primera derrota electoral que golpeó el delirio caudillista del líder del socialismo del siglo XXI. Aunque la Constitución no permite convocar a referendo sobre el mismo tema -con distinto y confuso ropaje, el del referendo del 15 de febrero es el mismo tema sobre el que se pronunció ya la ciudadanía a fines de 2007-, Venezuela vive la campaña electoral y manifestaciones callejeras por una y otra alternativa para el referendo sobre la reelección indefinida...
La enmienda aniquila un principio básico de la democracia, el de la alternabilidad; y consagra uno de los más nocivos azotes en la vida política de América Latina: el caudillismo, es decir, da luz verde al delirio del poder, la impronta de todo autoritarismo. A pesar de las ventajas de una campaña electoral desde el poder, más aun cuando a pesar de la caída del precio del petróleo el coronel Chávez cuenta aún con la millonaria chequera que ha sostenido su proyecto político, no será fácil que se imponga el Sí en el referendo. Cabe recordar la derrota en el anterior referendo; además, el triunfo de la oposición en los estados más poblados en las elecciones regionales de 2008 y en alcaldías como la de Caracas.Las elecciones avivan la polarización política en Venezuela. Como también observó Krauze, lo más descorazonador es el odio que el coronel Chávez ha ido sembrando en su país.
Diario Hoy (Quito, Ecuador, 30.Ene.09)

lunes, 15 de diciembre de 2008

El poder y el delirio


Quienes consideran al comandante Hugo Chávez un ser primitivo y superficial juzgándolo sólo por sus apariciones televisivas, en las que derrocha truculencia, demagogia, vulgaridad, diatribas y jerga, se llevarán una sorpresa leyendo el libro que el historiador y ensayista mexicano Enrique Krauze ha dedicado al presidente venezolano: El poder y el delirio. En su intenso rastreo, Chávez aparece, desde adolescente, antes de ingresar al Ejército, como un joven abrasado por una pasión subversiva y patriótica, que practica el béisbol con éxito y devora libros de historia de su país, biografías de sus héroes y escudriña sin tregua la vida y proezas de Bolívar a quien profesa un culto religioso y sueña con emular.
Más tarde, ya de oficial, experimentará una singular conversión a la ideología y los designios revolucionarios de los guerrilleros a quienes ha sido enviado a combatir a la región de Anzoátegui. Allí, en los setenta, leyó un libro que, según Krauze, cambió su vida: El papel del individuo en la historia, del padre del marxismo ruso, Gueorgui Plejánov. A partir de entonces, mezclando reflexiones propias con lecturas de Marx, Lenin y panfletos revolucionarios latinoamericanos, al mismo tiempo que a su devoción por Bolívar añadía la fascinación por Fidel Castro, irá construyendo su peculiar ideología, una alianza de militarismo, marxismo y fascismo, en el que el eje y motor de la revolución es el héroe epónimo, entendido éste en la acepción carismática y trascendental que le atribuyó Carlyle en su libro (tan admirado por Hitler) De los héroes y el culto de los héroes. Todo esto ocurre en el secreto, claro está, pues el Ejército del que forma parte Chávez se halla en aquellos años identificado con los gobiernos democráticos de Venezuela y empeñado en una lucha difícil contra las guerrillas que, apoyadas por Cuba, han abierto varios frentes de lucha en el interior del país. Dentro de sus filas, Chávez forma sociedades secretas y conspira ya entonces preparando la toma del poder mediante un golpe, algo que sólo intentará, fracasando en el intento, años más tarde, en 1992, durante el segundo Gobierno de Carlos Andrés Pérez.

De manera que cuando el comandante Chávez sube al poder, en 1998, ungido por los votos de los electores venezolanos, está lejos de ser un improvisado. Va a poner en práctica un proyecto político y social que irá puliendo y radicalizando desde el gobierno, pero que ya le rondaba la cabeza desde su juventud. Ésta es también una tesis que hace suya el ex presidente boliviano Jorge Quiroga, para quien Chávez es un astuto estratega que, detrás de sus extremos histriónicos, va edificando sin prisa ni pausa y a golpes de chequera -de petrochequera- un imperio continental estatista, totalitario y caudillista. Este proyecto, dice Krauze, aunque se promueve a sí mismo con una retórica revolucionaria y marxista, tiene, por su componente militarista, vertical y sobre todo el culto irracional del héroe, una entraña fascista, y su semejanza mayor, en América Latina, son Perón y el peronismo.
Uno de los aspectos más interesantes de la investigación de Krauze es mostrar la influencia que ejerció sobre Chávez un pintoresco personaje de híbrido prontuario, Norberto Ceresole, peronista, profesor de la Escuela Superior de Guerra en la URSS, representante de Hezbolá en España, antisemita y neonazi militante, autor de libros de geopolítica que negaban el Holocausto. Luego de haber estado vinculado a la dictadura militar de izquierda del general Velasco Alvarado en el Perú, Ceresole se convirtió en asesor y panegirista del comandante Chávez, a quien acompañó en sus giras por el interior de Venezuela.
El poder y el delirio es un libro muy ameno, compuesto de ensayo histórico, reportaje periodístico, documento de actualidad y análisis político. Traza un animado fresco del pasado inmediato venezolano, donde encuentra las raíces secretas de la crisis que abrió a Chávez las puertas del poder en el deterioro, despilfarro y corrupción en que degeneró una democracia que, a la caída de la dictadura de Pérez Jiménez, y con el Gobierno de Rómulo Betancourt había abierto un período, ejemplar en ese momento latinoamericano, de libertades públicas, fortalecimiento de las instituciones civiles y de la legalidad, a la vez que de intensa preocupación social.
Con justicia, Krauze llama a Betancourt "la figura democrática más importante del siglo XX en América Latina", pues no sólo impulsó la libertad en su país sino luchó sin desmayo contra todas las dictaduras, de Trujillo a Fidel Castro, que mantenían al continente en el atraso y la barbarie. Si la llamada "doctrina Betancourt" que quería comprometer a todos los gobiernos democráticos del continente a romper relaciones y a acosar diplomáticamente a todo régimen de facto hubiera prosperado, otra sería la suerte política de América Latina en la actualidad. Por eso fue atacado con ferocidad sin igual por los dos extremos y se salvó de milagro de los varios atentados contra su vida. Krauze tiene razón: Rómulo Betancourt fue un demócrata cabal, un estadista honrado y lúcido, y si todos los gobernantes que lo sucedieron hubieran seguido su ejemplo jamás hubiera surgido en Venezuela un fenómeno como el de Chávez. Por desgracia no fue así y, al igual que en otras democracias latinoamericanas, la ineficiencia y la corrupción que vinieron después hicieron que grandes sectores sociales, frustrados en sus anhelos, se dejaran seducir por los cantos de sirena revolucionarios. Y, ahora, mientras luchan por recuperar la democracia que perdieron, aprenden (¿aprenden, de verdad?) que el sacrificio de la libertad es siempre inútil, pues los hombres fuertes y caudillos acarrean siempre peores males que los que pretenden remediar.
En los animados diálogos y mesas redondas y entrevistas con intelectuales venezolanos de distintas tendencias que acompañan el ensayo de Krauze, se despliega toda la complejidad de la situación actual en Venezuela, y queda claro que hay criterios muy diversos entre los análisis que hacen distintas figuras de la oposición, de un Teodoro Petkoff a un Germán Carrera Damas o a un Simón Alberto Consalvi, para explicar el fenómeno Chávez. Pero lo que surge de todo ese rico material polémico es algo que resulta muy alentador: lo más graneado y sólido de la intelectualidad venezolana, sea de izquierda, de centro o de derecha, milita en las filas de la oposición democrática al régimen caudillista de Chávez y trabaja para impedir que el proyecto autoritario cancele los espacios de libertad que aún sobreviven. Y todos parecen coincidir en la convicción de que esa lucha por la libertad debe ser pacífica, de ideas y principios, y electoral. Esta es la primera vez en la historia de América Latina en que un régimen "revolucionario" no ha conseguido reclutar a un solo artista, pensador o escritor de valía y más bien se las ha arreglado para ponerlos a todos ellos en la oposición. Vale la pena subrayarlo y celebrarlo porque lo cierto es que hasta ahora todas nuestras dictaduras, sobre todo si eran de izquierda, han tenido cortesanos intelectuales, y a veces de alto nivel.
No es menos extraordinario que en la resistencia a Chávez militen, en la vanguardia, los estudiantes universitarios, en su gran mayoría, y sobre todo los de las universidades públicas, es decir, los de origen social menos próspero. Enrique Krauze entrevista a varios de ellos y hace un perceptivo examen de las razones que han llevado a los jóvenes venezolanos a rechazar la supuesta "revolución socialista del siglo XXI" y a movilizarse, en diciembre del año pasado, contra el intento del régimen de Chávez de legitimar su eternización en el poder mediante un plebiscito. La derrota que allí experimentó el régimen, por primera vez, es una fecha histórica, porque desde entonces ha cambiado la correlación de fuerzas, y ello ha quedado demostrado el pasado 23 de noviembre, con los resultados de las elecciones en las que la oposición conquistó los cinco Estados principales del país y un gran número de alcaldías. No creo que sea wishful thinking predecir que desde ahora, y aunque ello tome tiempo, Venezuela dejará de retroceder hacia el autoritarismo pleno y avanzará de nuevo hacia una democracia renovada, enriquecida por la experiencia y vacunada contra los errores que engendraron la anomalía de la que ahora trata de emanciparse.
Mario Vargas Llosa (El País, España, 14.12.08)

lunes, 1 de diciembre de 2008

El poder y el delirio

Enrique Krauze es uno de los intelectuales latinoamericanos de mayor prestigio en el mundo de nuestro idioma y en Estados Unidos. Editor de la revista Letras Libres, fue durante años columna vertebral de Vuelta, la histórica revista de Octavio Paz. Como historiador, es el gran biógrafo del poder en México, una exploración que abordó desde sus orígenes con Siglo de caudillos (1810-1910), la continuó con Biografía del poder, Los caudillos de la Revolución (1910-1940), para concluirla con La presidencia imperial (1940-1996), “el ascenso y caída del sistema político mexicano”.

Como no sólo de caudillos vive la historia, Krauze escribió Mexicanos eminentes, la biografía del otro México, el de la inteligencia y las ideas en el siglo XX, donde incluye a los “mexicanos por adopción”, desde Alejandro de Humboldt hasta otro Alejandro, el venezolano Rossi, filósofo y novelista, a quien le observa ser poco amigo de los historiadores porque, como escribe en Manual del distraído, “la historia es enemiga del misterio”. Quizás por eso, cuando escribe sobre el general Páez, su tatarabuelo, en la novela Edén, lo recubre de eso, de misterio, y lo libra de la historia. Un Páez de novela, para el retrato en familia.

No es obra del azar que El poder y el delirio esté dedicado a Alejandro Rossi, puesto que es un libro sobre un misterio llamado Hugo Chávez Frías, y sobre un país misterioso llamado Venezuela. Un libro sobre los misterios de la historia que han desvelado a Alejandro como a todos sus compatriotas de este lado. Si para Alejandro la historia es enemiga del misterio, para los venezolanos del presente parece ser enemiga del hombre.

En uno de sus libros, Krauze cita a Marc Bloch: “La incomprensión sobre el presente nace de la ignorancia del pasado, pero es igualmente vano esforzarse por conocer el pasado sin entender el presente”. Nada es más apremiante para los venezolanos que conocernos a nosotros mismos, quiénes somos, de dónde venimos y adónde queremos ir. Y henos aquí, con El poder y el delirio en las manos, una obra singular que responde a esas preguntas, elegantemente editada por Alfa, escrita por quien se ha especializado en el estudio de los caudillos en la historia, de vasta erudición “caudillesca”.

El poder y el delirio tuvo varios títulos a lo largo de la escritura. Uno de ellos fue El caudillo inútil, descartado quizás porque la “inutilidad” no preserva a las sociedades de sus terribles implicaciones. El poder y el delirio se inicia con “El libreto de los sesenta: revolución o democracia”, sobre el encandilamiento de los jóvenes con la Revolución Cubana, la poderosa influencia desatada en Venezuela por la proeza de unos guerrilleros que logran derrocar una dictadura brutal.

Krauze conversó a fondo con Américo Martín, protagonista del deslumbramiento y lúcido analista del proceso. Allí está la democracia venezolana que comienza a dar sus primeros pasos bajo el liderazgo de Betancourt, asediado por la derecha militarista y la izquierda que no dudó en hacerse militar. Un capítulo, como todos los otros de El poder y el delirio, para adoptar la máxima de Marc Bloch. No cabe duda de que la mitología de la Revolución Cubana fue uno de los factores que distorsionó con implicaciones devastadoras el proceso democrático venezolano de los últimos cincuenta años. Medio siglo después, el fenómeno renace: el verdadero líder de la revolución bolivariana es el doctor Fidel Castro, a quien el presidente Chávez considera su padre, y añade: “Sin complejos”. Lo que Krauze llama la “segunda invasión de Fidel a Venezuela”. Una invasión “concertada y consentida”.


Pienso que este es uno de los enigmas que movió al historiador a venir a Venezuela a conversar, indagar, confrontar. En sus conversaciones con Inés Quintero, Elías Pino Iturrieta, Germán Carrera Damas, María Fernanda Palacios, Teodoro Petkoff, Luis Ugalde, Guillermo Sucre, Elsa Cardozo, Carlos Raúl Hernández, Antonio Sánchez García, Nelson Rivera, Manuel Caballero, Krauze exploró el pasado, el culto a Bolívar, la tradición caudillista, los avatares de la cultura, la figura de Rómulo Betancourt. Con objetividad (no imparcialidad), Krauze invitó a tirios y troyanos al convivio de sus páginas: Alí Rodríguez Araque, José Vicente Rangel, Vladimir Acosta exponen sus visiones sobre la revolución y su caudillo.


Al examinar los sistemas políticos, Krauze cita el postulado de Octavio Paz: la reconciliación entre liberalismo y socialismo, como “tema de nuestro tiempo”. El ensayista enfrenta el Bolívar de Marx al Bolívar de Carlyle. Retengo con deleite, por lo que representaron ambos escritores como por la erudición y sagacidad con que son convocados, el texto: “Borges lee a Carlyle”, o sea, los ancestros del “hombre fuerte”.

Admirable, nuestro libro del desasosiego El poder y el delirio. Enrique Krauze ingresa en la historia de Venezuela.


Simón Alberto Consalvi (Noticiero digital, Venezuela, 1.12.08)

Chávez es una invención literaria de si mismo

Guadalajara, México.- Hugo Chávez, presidente de Venezuela, se creó para sí mismo un personaje literario ferviente admirador de las ideas bolivarianas, dijo el viernes el historiador mexicano Enrique Krauze, quien acaba de publicar un libro sobre el mandatario, reseñó AFP.

"Chávez es una invención literaria de sí mismo. Es un gran fabulador y se inventó como un gran bolivariano (...) Es el intérprete y la encarnación de Bolívar. Si Bolívar viviera en este tiempo votaría por Chávez", consideró Krauze.


El intelectual presentó su nuevo libro El poder y el delirio, un análisis de la personalidad y las acciones del líder venezolano, en la primera jornada de la Feria del Libro de Guadalajara (oeste de México)."Chávez es un caudillo que pertenece a esa estirpe y un vendedor excepcional. Muchos hombres de esas características han existido sin lograr nada pero él se cruzó con una crisis sistemática" y logró ser visto como el "gran vengador de los agravios anteriores", opinó por su parte Teodoro Petkoff.

En esta edición de la Feria del Libro de Guadalajara, considerada como la cita más importante de la literatura en habla hispana, participarán 1.600 editoriales de 40 países y más de 500 escritores, con una oferta cercana a los 300.000 títulos.

El Universal (Caracas, Venezuela, 30.11.08)

El poder delirante de Hugo Chávez


GUADALAJARA, JALISCO.- La interpretación del “chavismo” desde México y por un gran historiador mexicano es plasmada en las páginas de El poder y el delirio (Tusquets), una obra de Enrique Krauze que aglutina registros tan diversos como la crónica periodística, la entrevista, el coloquio, la reflexión histórica, el retrato biográfico y el análisis político, todo ello bajo la aguda visión de un crítico razonado del caudillismo en América Latina.

La obra es producto de nueve meses de trabajo, iniciados en un nada lejano 2 de diciembre de 2007. Krauze viaja a Caracas y observa la respuesta de la gran mayoría de los venezolanos a la reforma de la Constitución propuesta por Chávez. Habría de seguir una serie de encuentros con grupos de oposición a través de diversos representantes (empresarios, analistas, clérigos, periodistas, profesores, ex militarles, ex funcionarios, politólogos y escritores), retornando a México con una clara idea de “tomarse a Chávez muy en serio”, tal como lo relató ayer el autor en el Salón 1 de la sede de la vigésima segunda edición de la Feria Internacional del Libro.

Krauze estuvo acompañado en el acto de algunos miembros organizadores de la Feria y contó además con la intervención de Teodoro Petkoff, político, periodista, economista y famoso dirigente guerrillero comunista venezolano en la década de los 60. Todos ellos ofrecieron su visión del caudillo sudamericano y su actuación en los últimos 10 años en el gobierno de Venezuela.

Afirmaron que la llegada al poder del “chavismo” no fue producto de la casualidad, sino una serie de condicionantes políticas, sociales, económicas y culturales que fueron caldo de cultivo para permear una frágil y mal resguardada democracia en los años previos a la ascensión del actual jefe del ejecutivo venezolano.

Krauze expresó que “cuando no se cuida una democracia, de inmediato surgirá un caudillo”. Al retomar la palabra el politólogo venezolano no auguró un futuro halagador para su país, haciendo mención a factores como la caída de los precios del petróleo, la pérdida de credibilidad en la propia figura del mandatario venezolano, el ascendente descontento hacia las políticas públicas establecidas en el país sudamericano. Petkoff afirmó: “Todas las opciones serán costosas”. El objetivo del libro El poder y el delirio es ayudar a comprender la situación venezolana en un nuevo mapa geopolítico, del cual es imposible eximir a los demás actores latinoamericanos.El escritor mexicano pone sobre la mesa la figura de un Chávez que, a pesar de toda la parafernalia y el perfil histriónico que lo rodea, es un ser “frío y calculador”, dejando al lado facetas ya gastadas como la de “un agitador y rebelde anacrónico”. Krauze muestra en su obra a un Hugo Chávez apuntalado por un “mesianismo bolivariano” con toques tergiversados de socialismo.

El Informador (Guadalajara, México, 30.11.08)

martes, 18 de noviembre de 2008

Chávez representa el abuso de la historia para fines de poder


El poder y el delirio, es tu libro más reciente y en la foto veo a Hugo Chávez.
Bueno, y además con un gesto típico, que es el del caudillo carismático, saludando a las masas con un eco de cómo saludaban otros caudillos carismáticos a las masas en el Siglo XX.

Sobre todo, que recuerda a Alemania, Italia y España.
Sí, porque yo creo que la crítica central, después de haberlo estudiado con detenimiento, tanto en términos históricos, biográficos y políticos, y echando mano de diversos instrumentos, digamos, la crónica, el reportaje, la entrevista, el análisis de teoría política; lo que yo quiero introducir aquí es la crítica al poder concentrado en una persona, el poder carismático, que es, digamos, una de las esencias del fascismo, el abuso de la historia para fines de concentración de poder

Básicamente Hugo Chávez se apoya en Benito Juárez, en Bolívar, incluso en la mesa del Gabinete hay una silla vacía.

Eso se dice, es una leyenda. Parece que tuviera un contacto directo como espiritista con Bolívar.


Lo ha dicho, él es su representante en el siglo XXI, el nuevo Bolívar.

El uso de la historia consiste en cosas como ésta. Bolívar era un ilustrado del Siglo XVIII, un republicano, un hombre que luchaba por la libertad y su idea era una federación de Repúblicas.Hugo Chávez toma y saca de contexto declaraciones, palabras de ese gran escritor, que además de todo fue Bolívar. Por ejemplo, cuando Bolívar habla de lo lamentable que es el "espíritu de partidos", decir esto a principios del Siglo XIX, significaba que había mucho encono entre las personas. Chávez lo que dice es: "Ya ven ustedes, los partidos políticos de Venezuela no deben de existir, porque ya lo decía Bolívar".Cuando Bolívar vivió y murió, ya la idea estaba en el aire. Entonces, eso es hoy un abuso. El uso de la religión, el uso de la fe popular, el uso de las más entrañables creencias de la gente, el uso del gran héroe, que es Bolívar, el uso de todo eso ¿para qué? Bueno, para la concentración del poder.También yo en mi libro entrevisté a muchos chavistas de alto nivel, ministros, ex ministros, intelectuales, académicos, es un libro que es un libro ponderado, crítico, pero es un libro respetuoso; yo no lo considero un bufón, yo creo que es una persona que hay que tomar muy enserio.

Hubo un escenario que le permitió no sólo llegar sino hacer todo lo que ha hecho y ese escenario se puede ver en dos tiempos, tú hablas de uno que es el suicidio de la democracia pero también el respaldo de una mayoría que atravesaba un momento parecido al de la Alemania de la posguerra, de como la dejaron hecha pedazos los Tratados de Versalles, de la España republicana de la crisis económica, de la Italia de la pobreza que dieron paso a Hitler, a Franco y a Mussolini.

Absolutamente, las dos cosas que dicen fueron exactamente así, en Venezuela se había construido un orden democrático bastante milagroso y muy meritorio.En 1959 este país tiene un pacto, como el Pacto de la Monclova 18 años antes del español, has de cuenta la precisión mexicana contra el partido de izquierda, de centro, la transición democrática mexicana del año 2000 es un Venezuela en el 59.Y se construyeron muchas cosas políticas, progreso económico y social, pero la segunda generación no supo mantener y cuidar a la democracia, hay tienes a un país que no sabe cuidar a su democracia.¿Qué es lo que ocurrió?, que los empresarios siempre viendo en su corto plazo y en sus propios intereses privadísimos, los medios, los sindicatos, los intelectuales, ya no se diga la clase política, todos dejaron que se desprestigiara, que se pudriera la vida política, de corrupción, de cinismo, de incredulidad, de injusticia, y de desatención a las mayorías más desvalidas.Cuando cae el precio del petróleo en esa época de los 80, viene una represión de parte del gobierno, vienen esas actitudes que te digo de las élites rectoras de Venezuela y la democracia venezolana se suicida.Por otro lado, en efecto, era tal la desatención que llevaban algunos años con respecto a las mayorías más necesitadas, que cuando surge el militar justiciero, adquiere una popularidad extraordinaria y llega por la vía democrática.Ahora bien, habiendo llegado por la vía democrática creo que la ha ido minando.Y lo más grave de los que ocurre, ahí están esas dos secciones que tú examinaste, primero que hay que cuidar a la democracia porque las democracias se mueren y a veces se suicidan.En segundo lugar, hay que cuidar, también, siempre de tener sensibilidad y vocación social y dar resultados, resultados en la educación, en salubridad, en salud, en bienestar, porque si no, a los países les ocurre lo que ocurrió en Venezuela y en esos otros casos que tú mencionas.Ahora, aceptando eso, hay que examinar que ha ocurrido en estos 10 años de gobierno de Chávez...

Perdón, las crisis económicas son las que han dado pie a los grandes dictadores.
Creo que es un libreto histórico e irrefutable.

¿Qué ha pasado ahí en los diez años?
Hay una oferta social, pero hay una oferta social de educación, de salubridad, y hay una vocación social que es la que le ha permitido a Chávez seguir en el poder y tener, todavía, los millones de venezolanos que creen en él, porque tiene una genuina vocación social, eso no puede negársele, no tendría sentido, sería una mentira negárselo.Pero, ¿cuál ha sido el resultado práctico de eso? Mucho menor que el que él vocea, pero sobre todo hecho con corrupción, con ineficiencia, con improductividad.Y, digamos, que a través de un proceso de concentración de poder en manos del presidente que ni siquiera en los años cumbre de la presidencia imperial mexicana o como se le quiera llamar, de la dictadura perfecta, nunca hubo, es decir, es verdad que López Portillo firmó en, no sé cuantos, millones y millones de dólares por segundo de deuda, creo que llegó hasta 82, de 26 con Echeverría hasta 82, este poder de su firma sí lo tenía pero la mayor privatización de los últimos tiempos es la que hizo Hugo Chávez al despedir a 22 mil empleados de PDVSA y quedarse con ellos.Es el dueño, digamos, no para los efectos de su persona, pero es el dueño de PDVSA en cuanto a que usa de manera absolutamente discrecional los ingresos, no tiene oposición en el legislativo ni en el judicial, tiene un dominio bastante fuerte de los medios masivos, aunque no total, ahí está la prensa todavía, el radio, alguna estación de televisión.Esa concentración de poder en manos de un solo hombre es el resultado de los que dijimos antes pero es en detrimento directo de la democracia.

"El poder y el delirio" que se está presentando continentalmente ¿No?
Pues mira, yo he decidí no ir a Caracas estos días por ningún motivo salvo, creo que en cualquier caso, cualquier gobierno vería con reservas a unas personas, no de la nacionalidad de ese gobierno o de ese país.Entonces yo creo que mi presencia es a través del libro, ya iré inmediatamente después de las elecciones de este 23 de noviembre, hay elecciones para alcaldes y para gobernadores.Acuérdate que dijo que si se pierde alguna de las gubernaturas importantes va a mandar al ejército, esa frase no me pareció muy democrática Se presenta, también, en otras capitales y en España, tengo fe de que esto sea contribución a la consolidación de la democracia en América Latina que por primera vez en 200 años coincidimos en tener tantos países ejerciendo la democracia liberal, pero hay que defenderla, hay que cuidarla, en México también.

El poder y el delirio de Enrique Krauze, una historia que bien pudiera repetirse como se ha repetido en el pasado, en el futuro.


Joaquín López Dóriga (en Grupo Fórmula, 18.11.08)

Siempre está latente la sombra del caudillo



La infiltración del narcotráfico en los procesos electorales es el mayor riesgo que amenaza a la democracia mexicana, advierte el historiador Enrique Krauze. A ese gran riesgo le siguen dos más: la tentación caudillista y la restauración del sistema político del PRI.

Krauze afirma que la lección más importante que le dejó la realización del libro El poder y el delirio (Tusquets, 2008), es que las democracias se pierden, como se perdió la de Venezuela en los años 90 tras la llegada de Hugo Chávez a la Presidencia.
El director de la revista Letras Libres viajó en diciembre del 2007 por primera vez a Venezuela, motivado por el proceso de referéndum que le negó a Chávez la posibilidad de cambiar la Constitución. Ahí se entrevistó con varios personajes, chavistas y opositores al régimen, cuyas experiencias y opiniones dan forma a su más reciente libro.

"He aprendido una lección que me parece invaluable, y es el modo en que Venezuela perdió esa democracia liberal que les costó tanto trabajo construir. Se desvirtuó con la llegada de un líder carismático que, aunque ha ido ganando las elecciones en los últimos años, también ha ido restringiendo las libertades y concentrando el poder de tal manera que se va asfixiando la democracia.

"La democracia venezolana se suicidó porque sus élites rectoras, empresariales, mediáticas, políticas, intelectuales, culturales, sindicales, la dejaron morir. Todas estas cosas son lecciones de lo que en México no debemos permitir".


¿Hay en México algún peligro para la democracia?
Está el tema del riesgo del narcopoder; que haya una infiltración mucho mayor en los procesos electorales es algo en lo que el IFE y los partidos tienen que estar muy atentos. Ese es un peligro real, estaríamos corriendo un riesgo muy grande de desvirtuar la democracia por la vía del narcopoder.
Y siempre existe la tentación mesiánica y caudillista. Y probablemente vayamos a tener la tentación de una restauración de esa especie de monarquía con ropajes republicanos que era el sistema político del PRI.
Hay riesgos, pero no creo que estén a un nivel alarmante. Al contrario, pienso que con todos sus defectos y problemas, nuestra democracia ha ido avanzando, se ha ido consolidando. No están dadas, y espero que nunca estén, las condiciones que yo narro en este libro que provocaron el suicidio de la democracia venezolana.


¿Tampoco están dadas las condiciones para el surgimiento de un caudillo como Chávez?
Estuvieron dadas y ese caudillo surgió, ahí está, y pueden surgir otros caudillos. Siempre está latente en nuestros países la sombra del caudillo. Nuestros países nacieron de un orden monárquico; cuando se hunde el trasatlántico español y surgen las repúblicas latinoamericanas, se proponen ser repúblicas democráticas liberales, con el ideal republicano clásico, pero no lo logran porque las sociedades mismas no son republicanas. Nos ha llevado dos siglos, pero entre golpes de Estado, revoluciones y caudillos, a trompicones, algunos países han ido consolidando sus democracias. En México nunca ha dejado de haber caudillos, pero el caudillismo digamos que se institucionalizó con la Presidencia del PRI, era una especie de caudillo que cada seis años tenía que bajarse de la silla. El carisma no estaba tanto en la persona del Presidente, sino en la institución presidencial.

El historiador venezolano Germán Carrera dice en el libro que en la democracia venezolana son las dos de la mañana, ¿qué hora le parece que es en la democracia mexicana?
Las ocho de la mañana. Ya nos amaneció, pero tenemos que saber administrar y planear bien el día y no confiarnos.


Los estudiantes en Venezuela han jugado un papel muy importante en diversos momentos, el más reciente en diciembre del año pasado. ¿Qué papel tienen los estudiantes en México?
Los estudiantes mexicanos son un sector muy consentido que no tiene idea de lo que significa perder la democracia y la libertad, y entonces, o están entregados a una especie de hedonismo más o menos adolescente, o son adolescentes fósiles o en algunos casos siguen con la ensoñación revolucionaria, no de tomar ellos las armas, pero sí admirando a figuras de la mitología revolucionaria, sin darse cuenta y sin conocer de verdad lo que esas historias implicaron. Los estudiantes venezolanos han madurado tan rápido porque vivir el peligro de una sociedad totalitaria moviliza a los jóvenes, es como quitarles el futuro. En México, la misma suavidad de la transición democrática ha vuelto perezosos y algo irresponsables y hedonistas a nuestros jóvenes.


¿Y eso no se convierte en un riesgo?
Claro que sí, porque ¿dónde están los nuevos liderazgos políticos?, eso sí debería preocupar a los partidos, que no están atrayendo a los jóvenes, porque no hay una oferta para ellos. Es difícil que la juventud mexicana entienda a fondo lo que es la democracia liberal y espero que no tenga que llegar el momento en que perdamos la democracia liberal para que despierten.


¿Presentará el libro en Venezuela?
He querido que mi presencia en Venezuela sea a través del libro, de mis ideas plasmadas en el libro; la presencia personal mía quizá pueda ser interpretada como un acto de protagonismo inadmisible.


Karla Garduño (Reforma, 18.11.08)