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lunes, 26 de enero de 2009

El poder y el delirio

Toneladas de papel se han escrito sobre los orígenes, desarrollo y posibilidades de futuro del proceso que, tanto en Venezuela, como en el continente y en buena parte del resto del mundo, tiene a Hugo Chávez como uno de los protagonistas más importantes. Es lógico. Es pieza irremplazable, por ahora, en un tablero internacional que desarrolla en Latinoamérica parte fundamental de su estrategia subversiva y revolucionaria. Utiliza como coartada el llamado “socialismo del siglo XXI” que en términos prácticos e ideologizados es simple y peligroso comunismo a la cubana. Hay material para todos los gustos. Desde serios trabajos de investigación hasta honestas crónicas de lo sucedido, pasando por pronósticos y ejercicios de futurólogos profesionales y aficionados. Por supuesto, abundan los tarifados convertidos en corifeos mercenarios que pretenden deificar a quien los remunera generosamente. Incluso con pretensiones de llevarlo a la pantalla grande sin reparar en los mil millonarios costos de este objetivo.

También hay textos de obligada lectura. Lo conocía de referencia pero no logré adquirirlo en una superficial búsqueda en Caracas. Pero, como suele suceder, en breve paso por Madrid conseguí la reciente obra del escritor mexicano Enrique Krauze, EL PODER Y EL DELIRIO, relativa a la actualidad venezolana. Recomiendo ampliamente su lectura, a pesar de que no comparto algunas de las líneas menores de sus argumentaciones y discrepo con enfoques de algunas de las fuentes por él consultadas. Pero, vale la pena. Objetivo, honesto, bien escrito y documentado. Facilita la comprensión del problema, fase indispensable para acertar en la solución definitiva al terrible mal de esta década.
A las puertas de un ilegítimo referéndum sobre la reelección indefinida de Chávez, sueño de una presidencia vitalicia, ilegalmente planteado y con una pregunta truculentamente redactada para rematar el golpe de estado que liquida principios fundamentales de una democracia tan erosionada que dejó de serlo, los venezolanos tenemos que entender que el próximo 15 de febrero es la coyuntura más delicada que hemos tenido. NO más Chávez es la consigna del pueblo. Prolongar indefinidamente diez años perdidos miserablemente sería la consecuencia de que este fraude pudiera imponerse de manera truculenta por la fuerza física e institucional del poder y el dinero negro.
La unidad democrática se impone como responsabilidad histórica porque “…el ácido del autoritarismo ideológico avanza, a punta de petróleo, dólares y propaganda, sobre la tenue superficie democrática de nuestra región… el futuro que anuncia no es sino una máscara del pasado, del pasado más oscuro y cerrado” dice Krauze con propiedad en el prólogo del libro. Los venezolanos debemos entender este mensaje de una voz muy calificada del continente. Por el presente y futuro de las actuales generaciones, NO y mil veces NO al disimulo, a la mentira y a la ilegalidad golpista de Chávez.
Oswaldo Álvarez Paz (Analitica.com, Venezuela, 26.Enero.09)

jueves, 20 de noviembre de 2008

Los delirios del poder



El poder y el delirio es su libro número 24, "aunque parece el primero, por el entusiasmo que tiene", dicen quienes trabajan con él.
Ensayista e historiador, el mexicano Enrique Krauze es una de las voces más autorizadas para entender y explicar América Latina. Trabajó de cerca con el premio Nobel Octavio Paz en las páginas de Vuelta, revista cuyo espíritu de debate procura mantener vivo en Letras Libres, que fundó hace siete años. Ha publicado una vasta obra ensayística en la que destacan, entre otros, Caudillos culturales en la revolución mexicana (1976), Por una democracia sin adjetivos (1986), Siglo de caudillos (1993), Tarea política (2000), Travesía liberal (2003), La presencia del pa sado (2005) y Retratos personales (2007).
Desde que emprendió la tarea de escribir El poder y el delirio, Krauze convirtió Venezuela en su principal fuente de interés. Siguió primero el proceso del referéndum de diciembre de 2007 y se enganchó luego en el estudio profundo de un país que no siempre fue delirio.
Mientras Krauze habla, una sensación de naufragio anega la conversación. "La hazaña de Betancourt y la de otros hombres que le acompañaron caló en la sociedad venezolana", dice al hablar de una democracia construida. "Chávez es un comunicador excepcional, toca a la gente y comunica, todo eso es verdad pero creo que un sector importante de los venezolanos sabe que la lección principal de la política en todos los tiempos es que la concentración de poder absoluto en manos de una persona tiende invariablemente a la destrucción. Si hay una lección política de la historia, es la necesidad de poner límites. Ocurrió con las monarquías, que por siglos fueron divinas y terminaron por ser constitucionales y hasta finalmente llegar al artificio. Esta especie de restauración monárquica es una anomalía financiada por el petróleo en América Latina".
Krauze hace una pausa. "Más que en los precios del petróleo, confío en que crezca la conciencia de que un país no puede poner su destino en manos de una persona".
Siete Días (en El Nacional, Caracas, 26.10.08)

martes, 18 de noviembre de 2008

La democracia es la limitación del poder absoluto



Hugo Chávez no es un hombre sanguinario, no es cruel. Es más, uno pasaría por un imbécil si no reconoce que tiene vocación social y que la gente lo quiere porque ve en los ojos de Chávez un actitud de servicio.
Pero el actual presidente de Venezuela es un opresor, un genio en el manejo de los medios, un gran actor al que le gusta que le rindan culto a su personalidad; además de que su proyecto continental es perjudicial para América Latina. La razón, sencilla: su ímpetu y voluntad de poder es delirante y no se le mira intención de decirle adiós e irse a pescar.
Esas son algunas conclusiones a las que ha llegado el historiador mexicano Enrique Krauze en su nuevo libro Poder y delirio, editorial Tusquets, y que ha comenzado a circular justo cuando faltan cinco días para que Hugo Chávez y su gobierno se sometan a otra prueba de fuego en las urnas, cuando se renueven gubernaturas y alcaldías.
La charla con Krauze se dio en las instalaciones de la editorial Clío; ahí el historiador habla de su nuevo libro, “de la crítica despiadada” hacia Chávez, quien “piensa que todo lo que dice, todo lo que habla es memorable, como la diarrea que le dio, de la que comentó sus pormenores y el trance por el que pasó”.
¿Qué lleva a Enrique Krauze a meterse en las entrañas de Venezuela y con “el encantador de serpientes” que es Chávez, como se lo advirtieron a usted?
Siempre me ha interesado el fenómeno del poder y he criticado su concentración en manos de una persona o de un sistema político. La democracia es la limitación del poder absoluto. Por eso siempre me ha interesado, me ha apasionado estudiar y criticar el fenómeno del poder. Y la principal vocación de un intelectual es criticar el poder y el poder se ha globalizado. Y si él (Chávez) puede opinar sobre todo lo que ocurre en el planeta y tener proyectos globales, entonces un intelectual mexicano también puede interesarse en la realidad venezolana, analizarla y criticarla.
¿En su libro no se sobredimensiona al personaje?
¡No! De eso sí estoy seguro que no... Le han llamado payaso, bufón, pero él es cosa seria. Es un personaje que ha tenido y tiene el petróleo, tiene ímpetu y voluntad de poder de gran dimensión, por eso el libro se llama Poder y delirio. Sus tentáculos están en todos lados, están en Bolivia, Ecuador, Nicaragua; quizá próximamente en El Salvadro y Paraguay, quizá Perú; también estamos hablando de sus ligas con Rusia. Por eso lo critico despiadadamente, con razones, espero; pero lo tomo en serio.
¿Dice que el proyecto continental de Chávez es perjudicial?
Sí. Creo que debe haber convergencia, más en nuestro tiempo, entre socialismo y liberalismo. Esas son ideas matrices de la modernidad que debemos procurar. Esas ideas se dan en Chile y en Brasil, de manera ejemplar. En Venezuela no. Y el liberalismo sin socialismo es egoísmos puro, es vacío y es inviable en nuestras sociedades, y el socialismo sin liberalismo es servidumbre, es autocracia, y es un sistema que ahoga la iniciativa individual.En entrevista con MILENIO, Krauze también habla de México y esa falta de fórmula, “es lo que México también necesita”. Se explica: “El PRI tenía vocación social pero no era democrático; el PAN perdió su vocación social y se quedó en ser un partido puramente democrático; yo quisiera el surgimiento de una izquierda, siempre lo he clamado en el desierto, de que México tuviera una izquierda plenamente liberal”.
¿El PRD está lejos?
No está lejos, pero tiene muchas hipotecas con sus propios mitos, con sus tribus autoritarias, con sus intereses creados y, voy a decir algo, con sus viejas ideologías. Voy a decir algo paradójico: una izquierda moderna, liberal, debió haber sido la primera en proponer una reforma ambiciosa a Pemex; una izquierda liberal debería haber traído a cuento que lo primero que debimos haber hecho era asociarnos con Brasil para explorar los pozos. Que fuera segura de sí misma, saliendo al mundo, asociándonos, en vez de salir con esa tendencia del viejo nacionalismo estatista”.
Krauze vuelve a su libro, que nació de su visita a Venezuela en diciembre de 2007 justo cuando los estudiantes “encarnaron precisamente esa fórmula del socialismo liberal y le dieron un no rotundo al poder absoluto de Chávez”. Luego regresa en junio de 2008 para hacer contacto con los chapistas.
“Primero quiero decir que en mi visita de diciembre a Venezuela sentí mucha emoción ver al pueblo y al estudiante ejercer la libertad”. Pero en junio de este año, su emoción se tornó en disgusto por el avasallamiento de Chávez con propaganda oficial descalificando a quienes considera sus enemigos. “Es un papel excesivo del poder y mientras más crece su personaje, más chiquitos se hacen los venezolanos; un país maduro se mide por la suma de sus grandezas individuales y no por la grandeza de un solo individuo. Eso es enormemente pernicioso”.Para consumar su libro, usted habló con el primer círculo de Chávez.
¿Por qué el mandatario se negó a hablar con usted?
Me dijeron que estaba en Bielorrusia, en Rusia, que estaba de viaje… Cuando leyeron más y se dieron cuenta que no era de los suyos, que ni su enemigo me considero, me dijeron que la cita era imposible. Yo insistí. Imposible, fue la respuesta.Krauze cuenta que luego vinieron correos electrónicos del Ministerio de Información con un tratamiento hostil, áspero hacia él. “Cuando yo me mantuve y me mantengo respetuoso. En mi libro no hay una descalificación contra Chávez, a quien considero, digamos, un adversario ideológico, político, histórico, intelectual”. Y más: “No lo niego, es un hombre con convicción de servir, pero la instrumentación de sus programas sociales no ha sido eficiente por corrupción y además no es necesario concentrar el poder de ese modo y levantar un estado autocrático”.
¿De los cercanos a Chávez con los que hizo contacto, usted ve a alguien del tamaño de él?
Ninguno, no hay nadie, no. Chávez es un perfil especial, es venerador de héroes, que se considera que tiene contacto directo con Bolívar a través de la blogosfera espiritual. Tiene una especie muy caribeña del erotismo por el poder.
¿Le excita el poder?
Dicen que el poder es el excitante mayor; a mí no me interesa, nunca me interesó averiguar eso…
¿¡No le erotiza criticar al poder y a quien lo ejerce!?
En un sentido amplio, sí… Pero él (Chávez) disfruta cada instante; tiene una especie de seducción continua, continua, continua. Sabe que hay millones viéndolo y cree que todo lo que habla es memorable, si tuvo diarrea la semana pasada, cuenta la diarrea, ahí esta, la cuento en el libro. Dijo que tuvo una diarrea difícil porque tenía que dar un discurso. Es un narrador de su autobiografía. Siente que él es Venezuela y Venezuela es él.
¿Y Venezuela es suya?
No cabe la menor duda. Pero vamos a ver el día 23 de este mes. Es una elección importantísima. Si la oposición gana dos o cuatro gubernaturas y una que otra alcaldía importante como Caracas, será un gran triunfo.
Rodolfo Montes (Milenio, 18.11.08)