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martes, 3 de marzo de 2009

Chávez no es un héroe

El pasado viernes 5 de diciembre, en el auditorio del centro cultural de la Alcaldía de Chacao, en Caracas, se presentó el libro El poder y el delirio. Después de las intervenciones del líder político Américo Martín y del renombrado historiador Germán Carrera Damas, Enrique Krauze tomó la palabra. Ante un nutrido público comenzó a explicar la génesis de su interés por Hugo Chávez y por el proceso que vive actualmente Venezuela.
La historia siempre está llena de secretas correspondencias. Casi al mismo tiempo, en el Palacio de Miraflores, sede de la Presidencia de la República, el primer mandatario del país se reunía con el Buró Central de su partido para terminar de diseñar una estrategia que le permita reelegirse en su cargo de manera indefinida. Aunque ya el año pasado la mayoría de los venezolanos rechazamos una propuesta de reforma constitucional que incluía esa posibilidad, Chávez no renuncia a su ambición, cree firmemente que el país necesita que él permanezca en el poder. “Hasta el 2030”, ha dicho. “Hasta que el cuerpo aguante”, también ha dicho. Asegura que está dispuesto a sacrificarse.
Las dos situaciones parecían dialogar de manera soterrada. Mientras Krauze dibujaba una anatomía de la locura y del poder, donde se da “la aparición, una vez más, de la sombra del caudillo que tantas veces se ha presentado, que tanto daño le ha hecho al desarrollo cívico, político y moral de nuestros países”, el presidente Chávez, a través del canal de televisión del Estado, atacaba a quienes cuestionan su nueva propuesta de enmienda, defendiendo que ese cambio constitucional “se puede plantear una vez, dos veces... ¡hasta cien veces!” Tal parece que esta es su verdadera agenda de país, su único plan de futuro. La sombra del caudillo ya ha desaparecido. El caudillo está aquí, queriendo ocupar todo nuestro espacio.
El poder y el delirio, según reconoce su autor, nació justamente en esas fechas, en una visita a Caracas, poco después del histórico 2 de diciembre de 2007, día en que ocurrió lo que Chávez jamás había imaginado: perder unas elecciones. Esta situación disparó la curiosidad del historiador e inauguró lo que sería, a la postre, un profuso trabajo de investigación. Unos meses después Krauze regresó a Caracas con la intención de cotejar y consultar algunos datos, de conversar con un amplio grupo de venezolanos, sobre todo con algunos de los cercanos colaboradores del gobierno, para conocer –como dice él mismo– la “narrativa chavista”.
Este periplo, de investigación y de viajes, está muy bien articulado en el libro: se trata de una escritura en movimiento. Es un recorrido por diferentes géneros, que igual va del reportaje al ensayo, de la interpretación histórica a la entrevista, del análisis ideológico a la crónica cotidiana. Es un texto híbrido, fronterizo, una historia del presente que adquiere y se desarrolla, también, en las formas fragmentarias del presente.
El narrador asiste al país que somos, ingresa en nuestra actualidad de la mejor manera: la chica de la aduana que revisa su pasaporte le ofrece cambiar dólares. Con un férreo control de cambio, y una ley que penaliza las operaciones de compra y venta de divisas, el funcionario público se convierte, a la vez, en la primera representación del Estado y la ilegalidad, del orden y el delito. Una metáfora terrible que recuerda aquello que afirmaba Octavio Paz en Postdata: la amenaza de toda revolución es la anarquía.
A partir de este presente, Krauze nos propone un tránsito constante entre el país que él observa, que camina, con el que platica, y su pasado, su historia remota, su tradición, y también su historia más reciente, la que se construyó en la segunda mitad del siglo XX, con la llegada de la democracia, tras casi dos siglos de guerras y de enfrentamientos militares y caudillescos; el relato finalmente aterriza en esta década, en Chávez y su proyecto del socialismo del siglo XXI.
Por supuesto que no se trata de un turismo inocente, de una travesía guiada tan sólo por la perplejidad o por el simple ánimo de dejarse tocar por una realidad extranjera. Krauze es un historiador agudo, perspicaz. No se está estrenando en los territorios del autoritarismo. Desde hace mucho fue seducido intelectualmente por el problema del poder. Ha investigado con pasión y enjundia este tema. Y desde muy temprano, en el libro, deja claro su interés por interpretar a Chávez y su relación con el poder desde las claves del heroísmo, del culto al héroe. “Su hechizo popular –escribe– es tan aterrador como su tendencia a ver el mundo como una prolongación, agradecida o perversa, de su propia persona. Es un venerador de héroes y un venerador de sí mismo.”
Solemos lamentar, algunos venezolanos, la falta de complejidad con que a veces se observa y analiza nuestra realidad. Dentro y fuera del país, la simpleza está de moda. Con demasiada frecuencia, lo que nos ocurre se despacha desde la facilidad de las consignas morales: tanto los que creen que Chávez es un santo resucitado, la reencarnación sagrada de Simón Bolívar, como los que sostienen que Chávez es el demonio, una nueva versión caribeña de los dictadores sudamericanos, se pierden una inmensa historia, llena de matices y contradicciones.
En rigor, no hay una dictadura en Venezuela. Pero, en rigor también, cada vez estamos más lejos de cualquier versión de la democracia. Vivimos en una rara mitad. Chávez convirtió su popularidad en una moderna y particular forma de tiranía. En el libro, Krauze reseña bien el fenómeno, acercándolo a los ejemplos de la iglesia electrónica, a la experiencia de un tele-evangelista en una sociedad hipermediatizada. Es cierto: Chávez aprovechó el rating y transformó el Estado, secuestró nuestra ciudadanía. Pero eso no es todo. Después de diez años sigue teniendo altos índices de aceptación. Hay una parte del país que todavía no le perdona a las antiguas élites nacionales su desinterés y su falta de solidaridad. Cuando entendieron que la desigualdad también era su problema, ya Chávez había politizado la pobreza.
El presidente venezolano azuzó esa desesperación, esa sed genuina de justicia social, en un país donde el petróleo resulta un poderoso combustible cultural. Nada de lo que sucede en Venezuela puede separarse de una identidad que –viniendo de la tradición militarista– se reinventó como un sueño líquido entre los barriles del siglo XX. Nuestra naturaleza de país petrolero fue el clima perfecto para recibir a ese estridente fantasma que hoy recorre Latinoamérica: la antipolítica. Lo que Krauze denomina acertadamente en el libro como “el suicidio de la democracia” terminó encontrando en un teniente coronel, que nunca había trabajado por cuenta propia y siempre había vivido del Estado, la respuesta más peligrosa ante la crisis.
Porque Chávez también encarna esa fantasía nacional; él es, en el fondo, una versión exitosa de la venezolanidad: vivir sin trabajar, con la certeza de que somos ricos gracias a un capricho de la geografía; vivir con la seguridad de que no hay que producir la riqueza, que sólo necesitamos saber distribuirla. Krauze no descuida estas aristas; las relaciona con nuestra historia, las pone a girar en otros contextos. No es un testigo complaciente. Sus creencias no le impiden ser crítico ni lo empujan a escamotear la, a veces difícil, pluralidad de todo este proceso. Por suerte para los venezolanos, El poder y el delirio es un libro que no rehúye sino que más bien atiende nuestra complejidad.
En este sentido, uno de los aportes más interesantes del libro probablemente sea la lectura que hace de las lecturas de Chávez. En la búsqueda de la ideología de este líder, Krauze desnuda la hermenéutica chavista. Con ese motivo recorre el pensamiento y las posturas de Marx, de Bolívar, de Plejánov... de quienes el presidente Chávez se ha declarado, públicamente, en alguna ocasión, heredero. Es un ejercicio de doble interpretación, sobre los textos clásicos en sí mismos y sobre la manera en que Chávez los lee, los digiere, los traduce, los reelabora buscando legitimar su propia existencia, buscando darle una nueva épica a su práctica del poder. Todo forma parte, también, de un proceso más amplio en el que se reconstruye el discurso de la historia y se reacomoda la memoria nacional. “En Venezuela –escribe Krauze– los historiadores atraviesan por un periodo de exigencia extrema. Terrible y fascinante a la vez. Chávez busca apoderarse de la verdad histórica, y no sólo reescribirla sino reencarnarla.”
Si algo queda claro después de la lectura, es la palpable invasión de la figura de Chávez en todos los ámbitos, públicos y privados, de la vida venezolana. Nuestra historia, por momentos, parece un reality show controlado por un Gran Hermano que va mutándose en presidente, cantante, jefe militar, diplomático, guerrillero, jugador de beisbol, bailador de hip hop... Nada puede ocurrir si no está en relación directa con él. Ha refundado, con petróleo, astucia y telegenia, la imagen del caudillo latinoamericano. Así es el personalismo del siglo XXI. Y Krauze propone observarlo, también, desde una de las premisas centrales sobre las que navega su trabajo: “Chávez quisiera ser –en su fuero más íntimo– el héroe del siglo XXI. Se ha acostumbrado a vivir inyectado de adrenalina histórica, de una heroína que él mismo genera. Esa heroicidad, piensa él, le da derecho a la ubicuidad, la omnipresencia, la omnipotencia y la propiedad privada de los bienes públicos.”
Pero el libro también trae su contraparte. En sus páginas se expresan varias personas muy cercanas a Chávez, funcionarios o simples militantes del proceso bolivariano. Uno de ellos es José Roberto Duque, un periodista radical que, a la hora de ponderar la sobreexposición de Chávez en todos los espacios, sentencia lo siguiente: “Admiro a Chávez porque ha quitado majestad a la figura presidencial.” Vivimos de paradojas. Sostiene Krauze que el delirio de poder se reparte y se distribuye, se contagia. Tal vez, incluso, pueda enfermar a toda una sociedad.
Fiel, entonces, a las claves abiertas desde el inicio, El poder y el delirio cierra sus páginas con una reflexión crucial: “Hugo Chávez es un venerador de héroes, pero no es un héroe.” Cuando al ex presidente de Brasil José Sarney le pidieron que comparara al mandatario venezolano con Fidel Castro, contestó con una frase lapidaria: “Le falta biografía y le sobra petróleo.” En esas pocas palabras se cifra la tragedia de un personaje que, como bien señala Krauze, “necesita que los cielos clamen que él es lo que pretende ser”.
Krauze no pretende dar cuenta puntual de toda la historia venezolana. Ni siquiera desea ofrecer conclusiones definitivas sobre el cambiante proceso que vive ahora el país. Sabe que está de visita en nuestra realidad y, tal vez por eso mismo, su testimonio y su análisis logran un resultado revelador. Suele ser así la condición de la alteridad: la mirada del otro nos enriquece; destaca y rescata elementos, ilumina zonas que quizá nosotros no habíamos observado de esa manera. Eso también forma parte del debate central que mueve a la sociedad venezolana actualmente: entre el mesianismo militar o la sociedad civil, entre el pensamiento único o la diversidad.
Este libro logra proponer también, de forma deliberada, un espejo, una posibilidad de mirar a México desde otra experiencia, quizá no tan lejana ni tan extranjera. Hay en estas páginas el retrato de un futuro posible. Más allá de sus especificidades, Venezuela es un lugar lleno de lecciones para todo el continente. Enrique Krauze lo sabe y lanza una señal de alerta. Las democracias suicidas tienen por delante un poderoso peligro: la seducción de un mesías tropical. Todavía somos un territorio de caudillos.

Alberto Barrera (Texto leído en la presentación del libro, Club de Industriales, México D.F.)

jueves, 12 de febrero de 2009

Chavez en sueco

Genom att utmåla sig själv som revolutionär arvtagare till Bolívar och Castro försöker Venezuelas president Hugo Chávez legitimera sin nära nog totala makt. Han behandlar statens tillgångar som sina egna och har gjort framtidslandet till ett land man lämnar.
Vem är egentligen Hugo Chávez, Venezuelas karismatiske president? Har han, som han påstår, uppfunnit en ”socialism för det tjugoförsta seklet”, samtidigt som Sovjetunionen upplösts? Ska man se honom som en pajas eller som en autentisk folklig ledare? En kommentator som understryker Chávez auktoritära drag är Enrique Krauze i en nyutkommen bok, El poder y el delirio (Makten och storhetsvansinnet, Tusquets, 373 s). Krauze är en av Mexikos mest kända historiker och tidningsmän, specialiserad på mexikanskt 1900-tal och speciellt presidentmakten. Krauze återger kort 1900-talets venezolanska historia, analyserar Chávez år vid makten samt redogör för intervjuer med venezolanska politiker och intellektuella. Hans analys mynnar ut i en bild av en egensinnig ledare som bygger sin makt på olja och retorik och i viss mån våld.
1989 upplevde Caracas en våg av våld och plundring, ”el caracazo”. De styrande blev rädda och alla, från vänster till höger, skyllde på odugliga politiker som förklaring till våldsutbrottet. Detta förakt mot politik har Chávez använt för att erbjuda sig själv som en ersättning för politik, fastän han naturligtvis därmed byggt upp sin egen politiska makt. Den 11–14 april 1992 ledde Chávez ett kuppförsök mot president Carlos Andrés Pérez, en våldshandling som ledde till 400 döda. Chávez fängslades men benådades efter en kort tid. Redan 1994 besökte Chávez under 100 dagar varje hörn av Venezuela och presenterade sig så skickligt som de fattigas försvarare att han som presidentkandidat 1998 vann valet med 56 procent av rösterna.

Chávez tillträdde sitt ämbete i februari 1999, och han satte genast igång med att utöka presidentmakten. Redan första året godkände 92 procent av de röstande förslaget att utarbeta en ny författning. I december samma år godkände 70 procent av de röstande Chávez ”bolivarianska” författning. Oppositionen kan sägas ha bidragit till den uppkomna situationen genom att uppmana till röstbojkott och stötta ett försök att avsätta Chávez. Oppositionen stödde också 2003 en två månader lång strejk vid det statliga oljebolaget PSVSA, en strejk som kom att öka Chávez makt i stället för att minska den. Chávez avskedade 20000 av de anställda vid oljebolaget som på många sätt utgjorde Venezuelas tekniska och ekonomiska elit. Han ökade samtidigt sin egen kontroll över företaget.
Den personkult Chávez byggt upp kring sig, ”hugolatrin”, vilar på medierna. Han framträder ständigt i medierna och har ett eget tv-program, ”Aló, presidente”, där han talar fritt om olika ämnen. Han uppträder i en heroisk pose inför befolkningen, fast han ju inte uträttat något heroiskt. Det enda han gjort och gör är att använda venezolanernas oljeinkomster på ett sådant sätt att det gynnar hans egna politiska ambitioner. Han följer ett tyvärr inte ovanligt latinamerikanskt mönster, nämligen att de styrande behandlar statens tillgångar som om de vore deras egna privata pengar.
2004 utlystes en folkomröstning om presidentens makt som gav Chávez 60 procent av rösterna, och i regionvalen samma år vann hans parti stort. Det första egentliga bakslaget för Chávez kom i december 2007 då venezolanerna med ungefär 2 procents övervikt röstade nej till att ge Chávez praktiskt taget obegränsad makt. Valutslaget förklaras med att många Chávezanhängare inte röstade samt att studenter över hela Venezuela börjat agitera mot Chávez och för demokrati. Det var också viktigt att ett antal nyckelpersoner uppmanade befolkningen att rösta nej, nämligen general Baduel som alltid tidigare stött Chávez, Chávez frånskilda andra hustru Marisabel Rodríguez samt en grupp som brutit sig ur hans parti. Alla dessa varnade för Chávez makthunger.
När det gäller ekonomin har Venezuela sedan länge levt på fördelningen av oljeinkomsterna mer än på produktion av varor och tjänster. Chávez har emellertid snabbt försämrat situationen genom att införa valutakontroll, ett detaljregelverk för företag samt priskontroll på livsmedel, vilket lett till svag lönsamhet för livsmedelsproduktion i jordbrukslandet Venezuela. Till och med kött importeras till ett land med vidsträckta slätter som förknippas med stora boskapshjordar. Bristen på varor och framför allt livsmedel har gjort att det uppkommit en svart marknad. När det gäller statens hanterande av pengar har korruptionen ökat under hans tio år vid makten, och utlandsskulden har mer än fördubblats fastän oljepriset legat högt. Nationalräkenskaperna är svårgenomträngliga men oppositionen menar att inflationen under Chávez närmat sig 300 procent.
Krauze understryker att Chávez har lagt allt i Venezuela under sig och att han till och med använder historien, språket och religionen. Hans användning av historien och språket kan kallas nyskapande i Venezuela liksom hans vana att vara allestädes närvarande i venezolanernas liv. De här dragen har dock en förlaga, nämligen Castro, en ledare som Chávez sedan 90-talet regelbundet har rådgjort med.
Som den historiker han är, intresserar sig Krauze speciellt för hur Chávez använder historien för att legitimera sitt agerande. Det tydligaste exemplet är Chávez hjältedyrkan av Bolívar, en av de viktigaste ledarna för Latinamerikas befrielse från Spanien under de första decennierna av 1800-talet. Från Bolívar, ett starkt ”varumärke” i Venezuela, har han lånat namnet, prestigen och tanken på ökad enighet mellan olika latinamerikanska länder. En av Bolívars huvudidéer var frihet, vilket inte är något tema hos Chávez som istället hyllar socialismen. Chávez väljer alltså de drag som passar honom hos en annan person eller en historisk situation och tillskriver personen de egenskaper han själv önskar framhålla. Chávez håller också på att skapa ett heroiskt förflutet åt sig själv genom att framställa sina egna förfäder som delaktiga i Bolívars hjältesaga, vilket skulle göra Chávez själv till Bolívars arvtagare. Fackhistoriker håller sig ifrån Chávez, men delar av allmänheten accepterar Chávez version. Krauze menar att Kuba hittills innehaft det latinamerikanska rekordet i att förvrida historien men att Venezuela nu håller på att gå om Kuba.
Chávez språk utmärks av att han inte argumenterar eller diskuterar med sina meningsmotståndare utan behandlar dem som fiender och använder ett hatiskt och krigiskt språkbruk, ytterligare en likhet med Castro. Chávez sår misstro mot venezolaner med europeiskt ursprung, mot personer med utbildning och mot företagare. En psykologisk förklaring till Chávez aggressivitet mot meningsmotståndare kan vara att han liksom Castro uppenbarligen sätter likhetstecken mellan sig själv och landet. Den som kritiserar Chávez sägs vara fiende till Venezuela. För ett sådant beteende finns det också andra föregångare i Latinamerika som Perón i Argentina. Oppositionen menar att allt detta skapat en djup splittring i Venezuela, ett land som så sent som på 60-talet var ett av Latinamerikas bäst fungerande länder. Istället för att vara invandringsland har Venezuela under Chávez blivit ett land man lämnar. Till utvandringen bidrar också frånvaron av personlig säkerhet i ett land med 15000 mord per år.
Jorge Quiroga, president i Bolivia 2001–2002, själv offer för Chávez agerande, varnar i intervjun med Krauze för att underskatta Chávez omstörtande verksamhet i Latinamerika. Chávez har ingripit i Ecuador, Nicaragua, Paraguay och mycket tydligt i Bolivia. Han söker ofta allians med någon som han identifierar som rebellisk och förklarar att denne representerar revolutionen. Chávez finansierar sedan stora delar av sin skyddslings verksamhet, som organisation av strejker och andra påtryckningar för att tvinga den demokratiskt valda statsledningen att avgå. När det gäller Colombia har Chávez hjälpt till att finansiera gerillarörelsen Farc som bekämpar den lagligt valda regeringen.
När det gäller att understryka narkotikahandelns inverkan på det offentliga livet i Colombia och Mexiko använder man inte sällan förstavelsen narko- . Quiroga menar att man på samma sätt som man kan använda förstavelsen petro- för att hänvisa till Chávez användning av oljeinkomsterna för att utvidga och befästa sitt inflytande i Latinamerika. Vissa länder är starkt beroende av Venezuelas oljepengar och detta gäller i första hand Kuba. Venezuelas oljeleveranser till Kuba har varit den viktigaste anledningen till att Castroregimen överlevt efter Sovjetunionens upplösning. Som betalning sänder Kuba bland annat kubansk medicinsk personal till Venezuela, men det finns också kubaner på många andra platser i det venezolanska samhället. Oppositionen menar att kubanerna nu dominerar hela säkerhetstjänsten och militärledningen samt påverkar utrikespolitiken.
Också Honduras är beroende av Venezuela och i ökande mån även El Salvador. Andra länder, som Argentina, är uppbundna av lån från Venezuela. Åter andra länder undviker att stöta sig med Chávez, eftersom de inte kan bortse från möjligheten att de kan behöva be om venezolansk hjälp till sin energiförsörjning. Detta gäller länder som Peru, Chile, Brasilien och Mexiko.
Ett viktigt inslag i förklaringen till Chávez förmåga att trollbinda en del av venezolanerna är hans retorik, menar Krauze. Chávez presenterar sig som revolutionär, inte som frihetskämpe eller som demokrat. Han väljer, kombinerar och skapar nya associationer på ett sätt som gör att man kan säga att han skapar ett nytt språk. Allt som venezolanerna kan tycka vara gott ska förknippas med den ”bolivarianska revolutionen”, inte bara Bolívar utan också begrepp som kärlek och generositet och till och med Kristus. Genom att säga att Kristus skulle ha varit socialist om han levat nu ”överför” Chávez religionens prestige till sitt eget politiska projekt. Även den prestige som Kuba har hos många latinamerikaner håller Chávez på att länka från en åldrad Castro, som han framställer som sin far, till sig själv, sonen. Ytterligare en latinamerikansk kulturell vana som han gjort sig till främste talesman för är antiamerikanismen. Han missar inget tillfälle att skymfa ”imperiet” – hans benämning på USA.
Det är inte bara den venezolanska oppositionen som protesterar mot Chávez. En rad internationella organisationer har nu kommit ut med rapporter om tillståndet i Venezuela. I september 2008 påpekade International Transparency att Venezuela låg på plats 158 av 180 i världen när det gäller frihet från korruption och att i Latinamerika låg bara ett enda land sämre till än Venezuela, nämligen Haiti. Human Rights Watch rapporterade också 2008 att Chávez tio år vid makten varit negativa för de mänskliga rättigheterna i Venezuela. Omedelbart efter det att rapporten publicerats utvisades den ansvarige vid organisationens kontor i Venezuela.
Skymtar ingen ljusning? Vissa venezolanska intellektuella tycker sig se att förändringar är på gång. Kuba har blivit allt mindre populärt i Venezuela, Bolívars namn håller på att bli utnött, och militären förlorar prestige av att förknippas med Chávez. Det som skulle kunna punktera Chávez är om Kuba efter Castro skulle välja den kinesiska vägen att satsa på företagande. Då blir det svårt för Chávez att påstå att det skulle finnas någon speciell bolivariansk ideologi. Kanske, kanske, drömmer de mest optimistiska av de intellektuella Krauze talat med, kanske skulle Venezuela efter Chávez kunna starta om sin demokrati, befriat från alla de myter som Chávez byggt sin makt på och vars tomhet är alltmer uppenbar.
Verkar det bli så? Efter det att Krauzes bok kom ut har nya regionalval hållits i Venezuela. Oppositionen vann i de stora städerna men chavisterna dominerar mindre städer och landsbygden. Det är ännu ovisst hur berättelsen om Chávez kommer att sluta.
Inger Enkvist (SvD, Estocolmo, Suecia, 27.Ene.09)

lunes, 26 de enero de 2009

El poder y el delirio

Toneladas de papel se han escrito sobre los orígenes, desarrollo y posibilidades de futuro del proceso que, tanto en Venezuela, como en el continente y en buena parte del resto del mundo, tiene a Hugo Chávez como uno de los protagonistas más importantes. Es lógico. Es pieza irremplazable, por ahora, en un tablero internacional que desarrolla en Latinoamérica parte fundamental de su estrategia subversiva y revolucionaria. Utiliza como coartada el llamado “socialismo del siglo XXI” que en términos prácticos e ideologizados es simple y peligroso comunismo a la cubana. Hay material para todos los gustos. Desde serios trabajos de investigación hasta honestas crónicas de lo sucedido, pasando por pronósticos y ejercicios de futurólogos profesionales y aficionados. Por supuesto, abundan los tarifados convertidos en corifeos mercenarios que pretenden deificar a quien los remunera generosamente. Incluso con pretensiones de llevarlo a la pantalla grande sin reparar en los mil millonarios costos de este objetivo.

También hay textos de obligada lectura. Lo conocía de referencia pero no logré adquirirlo en una superficial búsqueda en Caracas. Pero, como suele suceder, en breve paso por Madrid conseguí la reciente obra del escritor mexicano Enrique Krauze, EL PODER Y EL DELIRIO, relativa a la actualidad venezolana. Recomiendo ampliamente su lectura, a pesar de que no comparto algunas de las líneas menores de sus argumentaciones y discrepo con enfoques de algunas de las fuentes por él consultadas. Pero, vale la pena. Objetivo, honesto, bien escrito y documentado. Facilita la comprensión del problema, fase indispensable para acertar en la solución definitiva al terrible mal de esta década.
A las puertas de un ilegítimo referéndum sobre la reelección indefinida de Chávez, sueño de una presidencia vitalicia, ilegalmente planteado y con una pregunta truculentamente redactada para rematar el golpe de estado que liquida principios fundamentales de una democracia tan erosionada que dejó de serlo, los venezolanos tenemos que entender que el próximo 15 de febrero es la coyuntura más delicada que hemos tenido. NO más Chávez es la consigna del pueblo. Prolongar indefinidamente diez años perdidos miserablemente sería la consecuencia de que este fraude pudiera imponerse de manera truculenta por la fuerza física e institucional del poder y el dinero negro.
La unidad democrática se impone como responsabilidad histórica porque “…el ácido del autoritarismo ideológico avanza, a punta de petróleo, dólares y propaganda, sobre la tenue superficie democrática de nuestra región… el futuro que anuncia no es sino una máscara del pasado, del pasado más oscuro y cerrado” dice Krauze con propiedad en el prólogo del libro. Los venezolanos debemos entender este mensaje de una voz muy calificada del continente. Por el presente y futuro de las actuales generaciones, NO y mil veces NO al disimulo, a la mentira y a la ilegalidad golpista de Chávez.
Oswaldo Álvarez Paz (Analitica.com, Venezuela, 26.Enero.09)

jueves, 20 de noviembre de 2008

Editorial Alfa presenta El poder y el delirio

En un vertiginoso recorrido por la Revolución Bolivariana se embarca el historiador y ensayista Enrique Krauze. El avance de este proyecto del presidente Chávez en varios países de Latinoamérica, despertó en el autor el interés de comprender antes que juzgar, aunque no se abstuvo de enfilar la crítica en el género denominado "historia del presente" que reúne diversos enfoques: historia, reportaje, biografía, entrevista, coloquio, crónica, análisis ideológico y ensayo.
"Como biógrafo, he tomado absolutamente en serio a Chávez y he querido comprenderlo", asegura Krauze en el prólogo de su libro El poder y el delirio, el reciente título de la colección Hogueras que publica Editorial Alfa.
El autor, como historiador de las ideas y crítico de las ideologías totalitarias, sometió a análisis compendios de entrevistas, colecciones biográficas, ensayos políticos y entrevistas directas a políticos, algunos ministros, historiadores, ex candidatos, filósofos, representantes sociales inmersos en la revolución, así como quienes desde las mismas disciplinas manifiestan su oposición a las ideas de esa revolución.
"¿Por qué, como latinoamericano, escribo sobre Venezuela? Porque el ácido del autoritarismo ideológico avanza, a punta de petróleo, dólares y propaganda, sobre la tenue superficie democrática de nuestra región. (…) Este libro sobre Venezuela es un alegato directo contra ese nuevo culto “bolivariano” y contra la mentira ideológica que lo sostiene. (…) Si la democracia venezolana contribuyó a su propio fin, la democracia latinoamericana no puede cometer, no va a cometer, el mismo error. La salida está a la vista. Octavio Paz la delineó en 1989: ‘Debemos buscar la reconciliación de las dos grandes tradiciones políticas de la modernidad, el liberalismo y el socialismo. Es el tema de nuestro tiempo’".