miércoles, 12 de noviembre de 2008

La amenaza como estrategia electoral

Hugo Chávez ha vuelto a la carga. El presidente venezolano recordó el martes a los partidos de la oposición que compiten en las elecciones regionales del próximo 23 de noviembre que la suya "es una revolución que está armada" y que "el pueblo está dispuesto a defender el proceso revolucionario". El domingo había amenazado con apelar a los tanques de guerra si los electores dan el triunfo a "la oligarquía" en el Estado de Carabobo. Ese mismo día ordenó la toma militar de un aeropuerto en el Estado de Sucre, gobernado por el disidente del chavismo Ramón Martínez, a quien calificó de "asqueroso traidor". Y 15 días antes, el 9 de noviembre, había dicho que recurriría a un "plan militar" si la oposición, representada por "ese desgraciado" de Manuel Rosales, era reelegida en el Estado de Zulia. También ha dicho que llevará a la cárcel a Rosales y a Martínez, por "corruptos" y "conspiradores".
       Las amenazas con tanques, fusiles y cárcel, y la descalificación del adversario son las armas políticas que más ha empleado Chávez desde que se unió a la campaña por los candidatos del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) para las elecciones regionales. El centro de la diana han sido fundamentalmente las plazas electorales donde los partidos opositores o disidentes del chavismo controlan el poder o tienen opción de obtenerlo: Zulia y Nueva Esparta, los únicos Estados gobernados por la oposición tradicional de los 24 que conforman el país, y Sucre, Guárico y Carabobo, gobernados por antiguos aliados del oficialismo.

La ofensiva presidencial comenzó a principios de octubre, en medio de denuncias de un presunto plan de magnicidio efectuadas por el PSUV, en las que Chávez ha involucrado alternativamente a los gobernadores opositores. Por esa época advirtió que no enviaría recursos de la renta petrolera a aquellos Estados donde triunfara "la contrarrevolución", ya que el dinero podría ser empleado en conspiraciones para derrocarlo.

       A dos semanas de las elecciones, los efectos de esta confrontación ya comienzan a sentirse. Aunque las encuestas reflejan que los insultos de Chávez han fortalecido a sus adversarios en Estados tradicionalmente opositores como Zulia y Nueva Esparta, también muestran que este discurso comienza a surtir efectos favorables al oficialismo en sectores donde el chavismo se había atomizado. Según el analista Luis Vicente León, director de la firma encuestadora Datanálisis, el presidente Chávez ha escogido la estrategia de dividir el país para convertir las elecciones regionales en una suerte de plebiscito en el que se juega su permanencia en el poder, para apelar a la unidad de la disidencia. "Rosales representa a la oposición en genérico y al atacar a Martínez le dice a los chavistas que no se confundan, que votar por los disidentes es votar contra Chávez. El impacto que ha logrado con esto es malo en Zulia y en Sucre, por ejemplo. Pero en otros Estados como Táchira, Mérida, Miranda, Cojedes, Guárico y Barinas ha logrado acortar la distancia a favor de sus candidatos".

Maye Primera (El País, 12.11.08)

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