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miércoles, 14 de enero de 2009

El Poder y el delirio

Con este sugestivo título, y no por ello menos apropiado, el historiador mexicano Enrique Krauze presenta su más reciente trabajo intelectual. Pudiera decirse en una primera y referencial aproximación, que la obra tiene como centro de debate, análisis y reflexión a Hugo Chávez. A nuestro modo de ver, Krauze intenta ir más allá, al realizar un acotado sondeo histórico que, conjugado con una novedosa mezcla dialéctica con el presente, ofrece pistas para entender las razones que llevaron al ocaso del sistema de partidos en Venezuela, a la crisis política posterior y a la emergencia y ascenso del actual jefe del Estado venezolano.

El libro se deja leer. Posee una balanceada congregación de géneros (ensayo histórico, reportaje, investigación social, entrevistas, análisis) que facilitan su lectura, y logran mantener el hilo de atención y curiosidad.
Entre sus principales atributos, está el de ofrecer una mirada que sin dejar de identificarse con una posición liberal y socialdemócrata, analiza la realidad venezolana no sólo desde su óptica externa, sino desde una perspectiva más amplia, que bosqueja la coyuntura nacional desde la latinoamericana y mundial, sondeando en la evolución histórica, en el sustrato social, económico y cultural, elementos para el análisis.
Sin abandonar una crítica aguda y constante a Hugo Chávez, y sobre todo a lo que representa en tanto proyecto personalista, militarista y con ribetes neoautoritarios, Krauze traza líneas de conexión con fenómenos como la revolución cubana, los primeros gobiernos democráticos de Venezuela a partir de 1959, los procesos de independencia en América, la utopía socialista desde 1917 hasta su eclosión, la lucha armada en Venezuela, y la gestación del proyecto de Chávez, desde su época juvenil, pasando por su formación militar y su actuación conspirativa hasta su ascenso al poder.
Es evidente el esfuerzo de revisión bibliográfica, documental diverso y variado de Krauze para la comprensión de la situación venezolana, junto a entrevistas y conversaciones con varios actores políticos, académicos, sociales e intelectuales venezolanos.
Hay también varias constantes: el estudio del papel y las ideas de Bolívar; una suerte de reivindicación de la figura y peso político e histórico de Rómulo Betancourt, y un análisis de las ideas de Marx en torno al personalismo y al poder absoluto. Logra este pensador mexicano una sólida refutación a la manipulación de la historia y de las ideas que ha llevado a cabo Chávez y sus seguidores, desenmascarando su pretendida “revolución socialista”, sin soslayar el cuadro social y político que hoy, lo mantiene en el poder, con un no desdeñable apoyo popular, pero también con una considerable oposición.
Krauze no pretende con su libro responder muchas preguntas, pero si logra algo mucho más interesante para cualquier lector: la invitación a hacerse y a formularse muchas interrogantes.
Dejando a un lado el maniqueo y absurdo uso de citas y frases de Bolívar dichas en otra época, en otro contexto y momento que poco pueden ayudar a descifrar, bajo esa postura determinista y fanatizada, las acciones de la hora actual, la sed de poder luce insaciable en quienes (des)gobiernan Venezuela. La realidad, cruda, plena de problemas, de necesidades, de expectativas y temores, de clamores cotidianos no atendidos en 10 años de delirio chavista, sigue gritando. Peligrosamente, pocos parecen escucharla.
La voracidad absolutista, de lo que Michael Reid citado por Krauze llama una “autocracia electa”, es una percepción que sigue cobrando fuerza a estas horas, en las que se lanza al país a otra desgastante e inútil campaña electoral, a propósito de la enmienda constitucional para la reelección infinita, continua o como quiera llamarse.
En un pasaje del libro, Krauze es contundente: “La revolución bolivariana es ante todo un fenómeno mediático posmoderno en el que un solo hombre, Hugo Chávez, (el teleevangelista político más extraordinario que ha nacido en América Latina) actúa el papel de revolucionario heroico frente a una multitud de sinceros adeptos a su mensaje mesiánico. Pero de ese vínculo mediático se desprenden votos, millones de votos. El teleevangelista es militar y ha salido de compras para comprar armas, cada vez más armas. El teleevangelista es dueño del petróleo y reparte dinero, mucho dinero. El teleevangelista es el propietario privado de la presidencia venezolana. El teleevangelista en suma, puede salir de las pantallas y hacer, en un acto de ‘realismo mágico’, su ‘real gana’. Es un monarca absoluto”.
Alexei Guerra Sotillo (Analitica.com, Venezuela, 12.Ene.09)

lunes, 1 de diciembre de 2008

El poder y el delirio

Enrique Krauze es uno de los intelectuales latinoamericanos de mayor prestigio en el mundo de nuestro idioma y en Estados Unidos. Editor de la revista Letras Libres, fue durante años columna vertebral de Vuelta, la histórica revista de Octavio Paz. Como historiador, es el gran biógrafo del poder en México, una exploración que abordó desde sus orígenes con Siglo de caudillos (1810-1910), la continuó con Biografía del poder, Los caudillos de la Revolución (1910-1940), para concluirla con La presidencia imperial (1940-1996), “el ascenso y caída del sistema político mexicano”.

Como no sólo de caudillos vive la historia, Krauze escribió Mexicanos eminentes, la biografía del otro México, el de la inteligencia y las ideas en el siglo XX, donde incluye a los “mexicanos por adopción”, desde Alejandro de Humboldt hasta otro Alejandro, el venezolano Rossi, filósofo y novelista, a quien le observa ser poco amigo de los historiadores porque, como escribe en Manual del distraído, “la historia es enemiga del misterio”. Quizás por eso, cuando escribe sobre el general Páez, su tatarabuelo, en la novela Edén, lo recubre de eso, de misterio, y lo libra de la historia. Un Páez de novela, para el retrato en familia.

No es obra del azar que El poder y el delirio esté dedicado a Alejandro Rossi, puesto que es un libro sobre un misterio llamado Hugo Chávez Frías, y sobre un país misterioso llamado Venezuela. Un libro sobre los misterios de la historia que han desvelado a Alejandro como a todos sus compatriotas de este lado. Si para Alejandro la historia es enemiga del misterio, para los venezolanos del presente parece ser enemiga del hombre.

En uno de sus libros, Krauze cita a Marc Bloch: “La incomprensión sobre el presente nace de la ignorancia del pasado, pero es igualmente vano esforzarse por conocer el pasado sin entender el presente”. Nada es más apremiante para los venezolanos que conocernos a nosotros mismos, quiénes somos, de dónde venimos y adónde queremos ir. Y henos aquí, con El poder y el delirio en las manos, una obra singular que responde a esas preguntas, elegantemente editada por Alfa, escrita por quien se ha especializado en el estudio de los caudillos en la historia, de vasta erudición “caudillesca”.

El poder y el delirio tuvo varios títulos a lo largo de la escritura. Uno de ellos fue El caudillo inútil, descartado quizás porque la “inutilidad” no preserva a las sociedades de sus terribles implicaciones. El poder y el delirio se inicia con “El libreto de los sesenta: revolución o democracia”, sobre el encandilamiento de los jóvenes con la Revolución Cubana, la poderosa influencia desatada en Venezuela por la proeza de unos guerrilleros que logran derrocar una dictadura brutal.

Krauze conversó a fondo con Américo Martín, protagonista del deslumbramiento y lúcido analista del proceso. Allí está la democracia venezolana que comienza a dar sus primeros pasos bajo el liderazgo de Betancourt, asediado por la derecha militarista y la izquierda que no dudó en hacerse militar. Un capítulo, como todos los otros de El poder y el delirio, para adoptar la máxima de Marc Bloch. No cabe duda de que la mitología de la Revolución Cubana fue uno de los factores que distorsionó con implicaciones devastadoras el proceso democrático venezolano de los últimos cincuenta años. Medio siglo después, el fenómeno renace: el verdadero líder de la revolución bolivariana es el doctor Fidel Castro, a quien el presidente Chávez considera su padre, y añade: “Sin complejos”. Lo que Krauze llama la “segunda invasión de Fidel a Venezuela”. Una invasión “concertada y consentida”.


Pienso que este es uno de los enigmas que movió al historiador a venir a Venezuela a conversar, indagar, confrontar. En sus conversaciones con Inés Quintero, Elías Pino Iturrieta, Germán Carrera Damas, María Fernanda Palacios, Teodoro Petkoff, Luis Ugalde, Guillermo Sucre, Elsa Cardozo, Carlos Raúl Hernández, Antonio Sánchez García, Nelson Rivera, Manuel Caballero, Krauze exploró el pasado, el culto a Bolívar, la tradición caudillista, los avatares de la cultura, la figura de Rómulo Betancourt. Con objetividad (no imparcialidad), Krauze invitó a tirios y troyanos al convivio de sus páginas: Alí Rodríguez Araque, José Vicente Rangel, Vladimir Acosta exponen sus visiones sobre la revolución y su caudillo.


Al examinar los sistemas políticos, Krauze cita el postulado de Octavio Paz: la reconciliación entre liberalismo y socialismo, como “tema de nuestro tiempo”. El ensayista enfrenta el Bolívar de Marx al Bolívar de Carlyle. Retengo con deleite, por lo que representaron ambos escritores como por la erudición y sagacidad con que son convocados, el texto: “Borges lee a Carlyle”, o sea, los ancestros del “hombre fuerte”.

Admirable, nuestro libro del desasosiego El poder y el delirio. Enrique Krauze ingresa en la historia de Venezuela.


Simón Alberto Consalvi (Noticiero digital, Venezuela, 1.12.08)