lunes, 1 de diciembre de 2008

El poder y el delirio

Enrique Krauze es uno de los intelectuales latinoamericanos de mayor prestigio en el mundo de nuestro idioma y en Estados Unidos. Editor de la revista Letras Libres, fue durante años columna vertebral de Vuelta, la histórica revista de Octavio Paz. Como historiador, es el gran biógrafo del poder en México, una exploración que abordó desde sus orígenes con Siglo de caudillos (1810-1910), la continuó con Biografía del poder, Los caudillos de la Revolución (1910-1940), para concluirla con La presidencia imperial (1940-1996), “el ascenso y caída del sistema político mexicano”.

Como no sólo de caudillos vive la historia, Krauze escribió Mexicanos eminentes, la biografía del otro México, el de la inteligencia y las ideas en el siglo XX, donde incluye a los “mexicanos por adopción”, desde Alejandro de Humboldt hasta otro Alejandro, el venezolano Rossi, filósofo y novelista, a quien le observa ser poco amigo de los historiadores porque, como escribe en Manual del distraído, “la historia es enemiga del misterio”. Quizás por eso, cuando escribe sobre el general Páez, su tatarabuelo, en la novela Edén, lo recubre de eso, de misterio, y lo libra de la historia. Un Páez de novela, para el retrato en familia.

No es obra del azar que El poder y el delirio esté dedicado a Alejandro Rossi, puesto que es un libro sobre un misterio llamado Hugo Chávez Frías, y sobre un país misterioso llamado Venezuela. Un libro sobre los misterios de la historia que han desvelado a Alejandro como a todos sus compatriotas de este lado. Si para Alejandro la historia es enemiga del misterio, para los venezolanos del presente parece ser enemiga del hombre.

En uno de sus libros, Krauze cita a Marc Bloch: “La incomprensión sobre el presente nace de la ignorancia del pasado, pero es igualmente vano esforzarse por conocer el pasado sin entender el presente”. Nada es más apremiante para los venezolanos que conocernos a nosotros mismos, quiénes somos, de dónde venimos y adónde queremos ir. Y henos aquí, con El poder y el delirio en las manos, una obra singular que responde a esas preguntas, elegantemente editada por Alfa, escrita por quien se ha especializado en el estudio de los caudillos en la historia, de vasta erudición “caudillesca”.

El poder y el delirio tuvo varios títulos a lo largo de la escritura. Uno de ellos fue El caudillo inútil, descartado quizás porque la “inutilidad” no preserva a las sociedades de sus terribles implicaciones. El poder y el delirio se inicia con “El libreto de los sesenta: revolución o democracia”, sobre el encandilamiento de los jóvenes con la Revolución Cubana, la poderosa influencia desatada en Venezuela por la proeza de unos guerrilleros que logran derrocar una dictadura brutal.

Krauze conversó a fondo con Américo Martín, protagonista del deslumbramiento y lúcido analista del proceso. Allí está la democracia venezolana que comienza a dar sus primeros pasos bajo el liderazgo de Betancourt, asediado por la derecha militarista y la izquierda que no dudó en hacerse militar. Un capítulo, como todos los otros de El poder y el delirio, para adoptar la máxima de Marc Bloch. No cabe duda de que la mitología de la Revolución Cubana fue uno de los factores que distorsionó con implicaciones devastadoras el proceso democrático venezolano de los últimos cincuenta años. Medio siglo después, el fenómeno renace: el verdadero líder de la revolución bolivariana es el doctor Fidel Castro, a quien el presidente Chávez considera su padre, y añade: “Sin complejos”. Lo que Krauze llama la “segunda invasión de Fidel a Venezuela”. Una invasión “concertada y consentida”.


Pienso que este es uno de los enigmas que movió al historiador a venir a Venezuela a conversar, indagar, confrontar. En sus conversaciones con Inés Quintero, Elías Pino Iturrieta, Germán Carrera Damas, María Fernanda Palacios, Teodoro Petkoff, Luis Ugalde, Guillermo Sucre, Elsa Cardozo, Carlos Raúl Hernández, Antonio Sánchez García, Nelson Rivera, Manuel Caballero, Krauze exploró el pasado, el culto a Bolívar, la tradición caudillista, los avatares de la cultura, la figura de Rómulo Betancourt. Con objetividad (no imparcialidad), Krauze invitó a tirios y troyanos al convivio de sus páginas: Alí Rodríguez Araque, José Vicente Rangel, Vladimir Acosta exponen sus visiones sobre la revolución y su caudillo.


Al examinar los sistemas políticos, Krauze cita el postulado de Octavio Paz: la reconciliación entre liberalismo y socialismo, como “tema de nuestro tiempo”. El ensayista enfrenta el Bolívar de Marx al Bolívar de Carlyle. Retengo con deleite, por lo que representaron ambos escritores como por la erudición y sagacidad con que son convocados, el texto: “Borges lee a Carlyle”, o sea, los ancestros del “hombre fuerte”.

Admirable, nuestro libro del desasosiego El poder y el delirio. Enrique Krauze ingresa en la historia de Venezuela.


Simón Alberto Consalvi (Noticiero digital, Venezuela, 1.12.08)

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