jueves, 30 de octubre de 2008

El peligroso papel de Chávez



El editor y ensayista Enrique Krauze (Ciudad de México, 1947) es una de las voces más influyentes de su país y acaba de intervenir en la Casa de América con unas «Lecciones de Venezuela para América Latina».

¿Qué le parece el papel del presidente venezolano, Hugo Chávez, en el continente?
-Profundo, importante y muy peligroso. Si creemos verdaderamente en la democracia, tenemos que estar preocupados por lo que ha venido ocurriendo en Venezuela y a partir de ahí, como una irradiación, en la región. Hay que tomarlo en serio como un fenómeno que proviene de las entrañas de América Latina y, en particular, de Venezuela, que se vincula con la revolución cubana.


Tan pendientes de Chávez y sus aliados, pasan desapercibidos líderes como Lula da Silva y su labor en Brasil.
-Hay toda una genealogía de líderes con profunda vocación social como Lula, Ricardo Lagos o el olvidado presidente venezolano Rómulo Betancourt, precursor de un socialismo democrático. Estos liderazgos, que no son revolucionarios, no utilizan la historia como una mitología y no tienen un culto de la personalidad, introducen cambios mucho más silenciosos pero efectivos en sus sociedades. En cambio, Hugo Chávez representa la tradición carismática y caudillista de América Latina y se conecta con tradiciones de concentración de poder unipersonal, monocrática que vienen de la Europa del Siglo XX, del fascismo.


Parece imparable la cifra de tres mil muertos en 2008 a causa del crimen organizado en su país.
-Durante noventa años, México tuvo una paz y un orden envidiables. Esta es la guerra que nos tocaba. No podíamos y no podemos eludirla porque somos vecinos del mayor consumidor, somos una vía natural de tránsito desde Colombia y no tenemos otra solución que librarla.


¿Cree que la despenalización de la droga puede contribuir a acabar con el narcoterrorismo?
-Por supuesto, pero es inviable despenazalizarla en México porque habría un conflicto inmediato con EE.UU.


¿Qué presidente estadounidense, Barack Obama o John McCain, le conviene más a México para solucionar este flagelo?
-En ese caso en particular los dos apoyarían. El presidente que más le conviene a México es el que más le conviene al mundo y a EE.UU., y ése es Barack Obama. Por fortuna parece que la mayoría de los norteamericanos piensan igual.


¿Ha servido para algo la estrategia del Gobierno de Calderón de enviar 36.000 militares para combatir el crimen organizado?
-No ha sido muy efectiva pero no tiene otra alternativa. Esta guerra hay que librarla, no puede ceder porque entonces de esto a que México se convierta en un narcoestado habría un trecho pequeño. El hecho mismo de que haya tanta violencia entre los criminales es muestra fehaciente de que la estrategia si no los está venciendo, los está afectando de manera severa.


¿Por qué no había tantos crímenes cuando gobernaba el Partido Revolucionario Institucional (PRI)?
-Porque el PRI tenía un arreglo, desde el presidente para abajo, con el crimen organizado. Esto no quiere decir que el PRI era una organización criminal. El poder centralizado absoluto en el presidente volvía mucho más fácil el regateo con la política. Ningún país democrático que se respete establece un acuerdo secreto con los narcotraficantes. México ya es un país democrático que se respeta a sí mismo.


¿En qué cree que se va a quedar la reforma energética?
-Se aprobará atenuada, con una dimensión mucho menor de la que sería necesaria. Pero será un primer paso y se habrá roto un tabú absurdo, que es el hecho de que México, junto con Corea del Norte, es el único país que tiene cerrado su sector energético. Es un país de mitos y tabúes, demasiado enamorado de sus mitos. Y esos mitos lo restringen al grado de la inmovilidad. Espero que en las próximas semanas se vaya rompiendo ese mito.


¿La izquierda y, en concreto, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) está en crisis, después de la decisión de su líder, Andrés Manuel López Obrador, de no reconocer su derrota en 2006?
-Por supuesto que sí. El PRD no sabe si ser revolucionario o democrático. López Obrador es un líder carismático que en el fondo busca un cambio revolucionario. Hay un sector muy importante del PRD que es democrático y que tiende más al tipo de gestión de Lula o Lagos. Siguen entrampados en ese problema y, mientras, el votante los está castigando. México necesita una izquierda moderna.

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