El mexicano Enrique Krauze, fundado de la revista Letras Libres ha publicado El poder y el delirio, un fascinante libro para los que guardamos interés por lo que ocurre en América y por los geo-procesos políticos, entre los que está el bolivarismo o socialismo del siglo XXI y el frente rojisur, liderados por Hugo Chávez, pero inspirado en el régimen cubano de Fidel Castro, espejo de todo el movimiento. Al margen de los capítulos dedicados a contextualizar Venezuela y a desmitificar algunos de las imágenes que tenemos de Chávez, Krauze analiza cómo ha evolucionado la izquierda venezolana hacia el chavismo y, curiosamente, cómo en ese proceso han abandonado al golpista los seguidores de la revolución cubana, como Teodoro Petkoff o Américo Martín tras constatar que es Chávez el que se apropia de algunos de los conceptos revolucionarios para adaptarlos a un ideario político prácticamente hilado para la ocasión y que deriva en un delirante fascismo que pone en peligro la democracia. Krauze describe a la perfección el bodrio ideológico que tanto admira y atrae a la izquierda española: una mezcla incompatible de marxismo trasnochado preñado con el ideario de culto al mito de Bolívar, un culto éste propio de la derecha venezolana. El prestigioso historiador hace un paralelismo entre el ideario de Chávez y el de Napoleón y se adentra en la ambición expansionista del chavismo y en su influencia en toda el área sur de América. Pero, curiosamente para Krauze, todo esto no lo hace Chávez desde un ideario improvisado, sino desde una planificación ideológica que ha cultivado a lo largo de muchos años, desde su juventud y a escondidas, y que pone en práctica una vez en el poder a través de las urnas. Según esta versión Chávez es, en contra de lo que pensamos y de la imagen que tenemos de él, un estratega de primer orden que ha sido capaz de madurar y planificar su trayectoria política, lo que lo hace más peligroso de lo que creemos. No obstante, un mensaje alentador nos deja Krauze: la democracia como sistema, una vez instalada en la conciencia social, es posible socavarla, pero no acabar con ella. La democracia en Venezuela podrá con Chávez y con todo su aparato porque es la una de las más sólidas del continente.
Manuel Mederos (Canarias7.com, España, 18.Dic.08)
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