No ha habido necesidad de una tercera intentona. A la segunda, Hugo Chávez ha conseguido perpetuarse en el poder, después de que en el 2007 los venezolanos le negaran esta eternidad política en otro referéndum. Entre aquella consulta y la de este domingo, Chávez había hecho aprobar en el Parlamento, por medio de una serie de leyes habilitantes, las enmiendas a la Constitución que entonces le habían negado los votantes. Faltaba solo el rebozo plebiscitario para su continuidad al frente del país y eso es lo que ahora le han otorgado la mayoría de los votantes.
En varias ocasiones Chávez, que llegó al poder en enero de 1998 tras ganar unas elecciones democráticas, había puesto fecha a su retirada del palacio de Miraflores. Hablaba del 2021, año de celebración de la mayor victoria de Bolívar contra la potencia colonial que era España. Pero en otras, también había dicho que su revolución bolivariana necesitaba otro cuarto de siglo para consolidarse. "Sí, yo había dicho que me retiraba el 2021. ¡Pero no!, he corregido la fecha, hay que seguir hasta el 2030", ya había advertido en el 2005 durante una ceremonia en el Panteón Nacional.
Ahora tiene este mandato popular y populista, pero al comandante no le va a ser fácil pilotar su revolución en medio de la crisis económica. Como es bien sabido, conjurarla anunciando: "No estamos ni estaremos en recesión", como declaró Chávez hace menos de un mes en el Parlamento como si fuera un detente, bala, de nada sirve.
La economía de Venezuela gira en torno al monocultivo del petróleo. Si en julio del pasado año el precio de barril estaba en los 126 dólares y había alcanzado hasta los 150, hoy el precio del crudo está alrededor de los 40, con una demanda que va a la baja, y los expertos no prevén grandes cambios a la vista. Algún reajuste importante deberá hacer Chávez teniendo en cuenta que más de la mitad de los presupuestos del Estado se financian con las rentas del petróleo. Los de este año están calculados en base a los 60 dólares el precio del barril. "Pónganme el precio del petróleo a cero y en Venezuela no habrá crisis", había declarado a principios de enero en una demostración de máxima irresponsabilidad que solo se puede entender en el todo vale de una campaña plebiscitaria.
Otro dato importante de los riesgos económicos que corre Venezuela lo da la inflación con una de las mayores tasas de América Latina. El pasado año, alcanzó casi el 31% y las previsiones para este año la sitúan en el 40%, mientras crece la pobreza.
A su favor, Chávez cuenta con dos factores importantes. El primero es una oposición débil que no consigue aparecer como una alternativa viable al socialismo chavista. El otro está en el peso de la historia del país. Lo resume el historiador Manuel Caballero en su libro La gestación de Hugo Chávez (Catarata): "El venezolano es el receptor secular de una tradición de autoritarismo y más que eso, de paternalismo. Ha sido acostumbrado por sus gobiernos (y en esto no hay prácticamente diferencia entre democráticos y autoritarios) a recibirlo y a esperarlo todo del Estado; y, por lo tanto, no puede menos que acoger con entusiasmo a quien se presente como padre benefactor y sobre todo distribuidor de una "riqueza natural" no producida, esto es, recibida sin esfuerzo".
La última versión del padre protector y abnegado --"Me consumo y me consumiré gustosamente al servicio del hombre sufriente, de la mujer sufriente, del pueblo sufriente", ha declarado al anunciar los resultados del referéndum--, esta figura, pues, tiene carta blanca sin fecha de caducidad para desarrollar su revolución y profundizar la instauración de un régimen bolivariano cuya mayor paradoja, como señala el historiador y ensayista mexicano Enrique Krauze en El poder y el delirio (Tusquets) "es el intento subyacente de restituir el orden político absoluto contra el que luchó el libertador", el de los borbones españoles de hace 200 años.
Rosa Massague (El periódico.com, España, 16.Feb.09)
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