jueves, 27 de noviembre de 2008

Chávez en la FIL

Por la vía de las elecciones regionales, la tercera cumbre extraordinaria del Alba, la visita a Venezuela del presidente ruso Dmitry Medvédev, el mandatario nacional Hugo Chávez es noticia en otras partes del mundo. Pero también lo es por la Feria Internacional de Libro de Guadalajara que se inicia mañana con la presentación de El poder y el delirio, obra del historiador mexicano Enrique Krauze, que se enfoca en Chávez y Venezuela, como un país que tiene un gobernante que delira por el poder.

Bajo el sello editorial Tusquets, la presentación contará con una especie de diálogo entre el autor y Teodoro Petkoff, quien fue invitado para compartir su visión crítica de los procesos que se viven en el territorio nacional. Krauze ha dicho que el sueño del presidente Hugo Chávez es convertirse en el equivalente de Stalin pero respecto al régimen cubano de Fidel Castro, según reseña EFE.Además apuntó que "él no usa la palabra padre para referirse a Castro de manera simplemente sentimental, está buscando quedarse con ese capital histórico-ideológico".El autor mexicano preparó El poder y el delirio en Venezuela, donde conversó con partidarios "chavistas", algunos de ellos de su entorno cercano. Y parte de esta investigación se expondrá en la FIL, el mismo día que inicia el homenaje de las ochenta décadas de Carlos Fuentes, con una amplia actividad que contempla mesas redondas, conferencias, lecturas y presentaciones musicales.

Entornointeligente.com
, Venezuela, 27.1.08

Incidencias y coincidencias desde el Sur


Algunas situaciones unen cuando los vientos de crisis asoman un espectro de incertidumbre, lo vemos en el pacto que firman México y Argentina para combatir el crimen organizado. Vale el esfuerzo, para ello no existe geografía dispersa, impera y domina todos los fueros, penetra las capas del poder en la información y la impunidad cuando compra los mandos, cuando tergiversa voluntades y cuando amedrenta comunidades enteras. De organización hablamos, desde la clandestinidad pero con la efectividad que tienta el dinero cuantioso, tentáculo que invade intimidad institucional y que rompe esquemas de confianza de hombres probados en carreras y trayectorias del supuesto lado de la legalidad, cuidado que una y otra vez tendrá prueba paralela al nivel de vida y juicio irremediable de aspectos alguna vez privados que ahora se convierten en escrutinio público.

Son los tiempos en los que la vara de la institucionalidad sitúa por encima del depósito del mando otorgado, la cuenta que adelanta funciones y prerrogativas de un combate desigual si de información privilegiada hablamos, cuando las manos ensucian el traspaso de la misma y finalmente, el uso desvirtúa la protección de una sociedad que se pega a su gobierno, en afán de custodio de algo más tangible que las buenas costumbres. Abundar en la redundante secuencia de peligro para las generaciones futuras sería tanto como otorgar voto en blanco a los nuevos mandos. No debe darse el caso de afrontar la protección de nuestros jóvenes con una corrupción en cadena, como lamentablemente hemos atestiguado. Los lazos se extienden cuando las amenazas no cubren todas las esquinas de defensa.

De lo cualitativo como apunta el sentido de la adhesión mencionada, también las muestras de acecho en lo sustancial inciden en todo terreno del comportamiento de las sociedades. Ya la economía global alecciona en las prerrogativas de selección de formas de vida, y aleja cada vez más las supuestas doctrinas de aislamiento, y por ellas entiéndase la adopción de modelos que segregan las tendencias del mundo en su conjunto. Llevar el sentido opuesto de la marcha de una globalidad imperante soluciona el desafío que llevan los plazos, cuando la creación de recursos dicta ventajas en el orden económico pero nunca más allá de éste y nunca más allá tampoco de los plazos medios, tiempos que absorben las supremacías de unos para siempre confundirlos en la inmensa dotación de defensas de un mundo interconectado, y naturalmente dispuesto a romper hegemonías con las reglas de mercados, las escritas y las que van conformando las fuerzas lógicas de la contracción de demanda, defensa inequívoca que desarma la alguna vez oferta preponderante. Es el caso de Venezuela, o como expresara Enrique Krauze en reciente presentación a los medios, de las dos Venezuelas, entendiéndose por ello la oposición creciente que resultara de los comicios del domingo pasado, polarización latente que desoye los presagios mesiánicos de un líder que tentó las inmediaciones de la democracia como sustento de perpetuidad en una premisa que no garantiza salvaguarda electoral: los precios del petróleo.

Surge la interpretación que desvirtúa los controles de Chávez. Al parecer 17 de 22 estados en manos del partido en el poder no significarían gran retroceso de la influencia de años que han visto referendos, plebiscitos, elecciones y un sin fin de simulaciones también, pero en política cuenta el avance de una población nutrida en la que el 48% será gobernada por la oposición y más allá de las poblaciones rurales y otras con menor índice de educación, la pérdida para el partido rojo se advierte en Caracas, la capital, en Zulia, en Carabobo y en el estratégico Miranda, cuna de capitales del exterior.

Krauze también se encarga en El poder y el delirio, libro muy reciente y en etapa de lanzamiento, de desmenuzar el falso proceso y adopción del bolivarismo, interpretación de Hugo Chávez, como modelo válido y estandarte del liberalismo democrático y en la revolución de una semántica de confusión, los términos de una ruta verdaderamente bolivariana, los preceptos de Simón Bolívar no tienen el planteamiento que pretende el partido de los rojos venezolanos con Chávez al frente. Las amenazas verbales del retorno de una “oligarquía a la gobernación del país” no surtieron efecto el domingo en las urnas. Los precios bajos del petróleo, los mercados financieros con su propia debacle, las conversiones que se han desatado desde las regulaciones de la banca de inversión a la orientación del depósito y el ahorro, los programas de rescate de instituciones clave en la estabilidad de los mercados, la premura de recomposición de los trastornos de índices de los retornos esperados, que redundarán en plazo y finalmente la reestructura de los precios de los perecederos y otros ligados a la producción de básicos, retoman el pensamiento del orbe para desafiar el aislamiento mencionado anteriormente. Las revoluciones ahora son de rescate y supervivencia de instituciones. Se entiende la acción conjunta en el mar de incertidumbre que dejarían las supresiones de la intermediación financiera. Las escalas ascienden desde el consumidor, las hipotecas, las instituciones en peligro de desaparecer y finalmente los mercados, todo en la etapa de recomposición y todo enmarcado en algo que no compra el pensamiento aislacionista: la inyección de capital.

Las economías emergentes ven con pasmo y enorme sorpresa el verdadero liderazgo y la pronta reacción de la verdadera alianza que pagará las cuentas. La Reserva Federal adelanta programas que sobredimensionan el tamaño de las economías de la región. Nuestras preocupaciones de acomodo doctrinario se opacan ante el tamaño de lo que para la nación más poderosa del mundo se denomina rescate, simple forma de interpretar la involución del proceso y pensamiento económicos en los tiempos actuales. La región despierta a una nueva etapa en la que los liderazgos adoptan formas cada vez más democráticas. Bolivia y Ecuador ya tomarán nota de los comicios venezolanos y la mira del norte nunca tal vez será despreciada ante el arrojo de recomposición del equilibrio que supera los intentos de bloques separatistas. Los acontecimientos actuales distan mucho de la casualidad.

Manuel Torres Rivera (Ecos de la costa, Colima, 27.11.08)

La ciudad no es para Chávez


AL omnívoro Hugo Chávez le ha salido una oposición que quita votos al socialismo jurásico del siglo XXI. El voto urbano le está diciendo a Chávez que se calle. Ya no domina el mapa electoral con aquella voracidad refrendaria que tan irrespetuosa ha sido con la arquitectura primordial del Estado de Derecho. Después de las elecciones locales del pasado domingo, la oposición tiene que ponerse a concertar su candidato preferente para enfrentarlo a Chávez, representando a los nuevos líderes civiles, las clases medias urbanas y al movimiento estudiantil que le han echado un pulso sustancial al pseudo-Bolívar tan fraterno con Castro. Transitoriamente acallado, después de vociferar mucho durante la campaña, Chávez practica ahora maniobras navales con Rusia en presencia de Medvedev después de firmar un pedido a Putin por la compra de sistemas portátiles de defensa antiaérea. Luego vendrán más submarinos y el reactor nuclear. La geopolítica chavista abre la cancela latinoamericana a Rusia y a Irán, ya con un pié en Bolivia, Nicaragua y Ecuador.

Un precio del petróleo a la baja está deshilachando el triunfalismo chavista y -como se ve en los resultados electorales- la fidelidad de las masas bolivarianas. El libro de Enrique Krauze sobre Chávez, «El poder y el delirio», es decisivo. Tanto en el referéndum como en las elecciones locales, el voto contra Chávez propugna la propiedad privada, la separación de poderes, un sindicalismo no oficialista, la libertad de expresión que en nombre de las patologías revolucionarias el régimen manosea al clausurar televisiones, monopolizar los medios y deteriorar la protección de los derechos humanos expulsando -por ejemplo- a representantes de «Human Rights Watch». Zafio, grotesco y despótico, Hugo Chávez ha pasado horas antes las cámaras de su programa «Aló, Presidente» con la idea de que Cristo era socialista o comunista, injuriando a los candidatos de la oposición e intimidando bajo amenaza de enviar los tanques a quienes votasen por el frente opositor.

Mientras, faltan productos de primera necesidad en las tiendas, el éxodo empresarial prosigue y decrece la inversión extranjera. El Estado chavista rige la economía, lo cual siempre significa corrupción. Como dice Krauze, Chávez ha pretendido actualizar el mito revolucionario de los sesenta a pesar del desplome del muro de Berlín, pero la genealogía de sus héroes no es marxista, ni socialista, sino fascista: es un venerador de héroes como Bolívar y Castro, pero nunca ha sido un héroe. Líder que se quiere providencialista y a la vez golpista al que le tiemblan las piernas, considera que el precio de una Venezuela dividida es poca cosa para su ambición bárbara y primitivamente militarista.

Es una evidencia que los candidatos de Chávez ganaron las elecciones locales y regionales pero la oposición se ha impuesto o reafirmado en cinco gobernaciones de importancia -demográfica y económica- como Zulia y en el gran Caracas. De la alta participación se deduce que un sector popular afecto a Chávez puede haber cambiado el signo del voto. Mientras que Chávez hacÍa de estas elecciones un referéndum sobre su liderato nacional, la oposición mantuvo la serenidad frente a las provocaciones sistemáticas del poder. Para oponerse al chavismo, el camino no es corto ni llevadero. El objetivo en 2010 es el nuevo parlamento, ahora bajo control estricto del chavismo. Ni el mundo ni Venezuela están para experimentos arcaizantes y disfuncionales como es el socialismo del siglo XXI. La polarización fatiga, satura y corroe.

Patrullas de las FARC colombianas han entrado en zona venezolana -según «The Wall Street Journal» de ayer- para manifestar respaldo al gobierno chavista. El apoyo de Chávez a las FARC y el apoyo de las FARC a ETA aparecieron encriptados en las tripas de un ordenador. Otros socios son Rafael Caldera en Ecuador, Fernando Lugo en Paraguay, Evo Morales en Bolivia y Ortega en Nicaragua. Pero en un reciente Latinobarómetro, cada vez son más los ciudadanos que en Iberoamérica se identifican con posturas moderadas, de un 29 por ciento en 2003 al 42 por ciento actual. La hegemonía real va por el centro-izquierda que gobierna en Chile o en Brasil. Desde estos centros de poder se atenderá más a lo que haga Barack Obama que al folclore revolucionario de «Aló, Presidente» o a la diplomacia rusa o china.

Valentí Puig (Abc.es, Madrid, 27.11.08)

¡Ah, ese Chávez!

No tanto por sudar calenturas ajenas, sino porque la necedad es contagiosa, ahora en México ha surgido un notable interés por las votaciones que tendrán lugar en Venezuela el próximo domingo.
Tampoco llega a la desvelada, como cuando son votaciones de los gringos, pero ya se habla y se pregunta por qué hasta Enrique Krauze, en lugar de seguirle con Pancho Villa, anda de uno a otro lado presentando su buen libro sobre Chávez y los pobres venezolanos, al que tituló «El Poder y el Delirio».
Es más: quiere ir a presentar su libro a la verde Caracas, como tentándole los bigotes que no tiene al «¿Por qué no te callas?», modelo en turno del populismo ramplón de nuestro analfabetismo tropical.Después de que Rey de España defendió a su Zapatero, como si hubiera sido su cocinero, a cualquier intelectual se le antoja la polémica con ese dictador para novela caribeña.
Estas votaciones del próximo domingo no son para quitar a Chávez. Esas fueron las del fraude de las «tarjetas morochas» y otras yerbas que por allá también le saben a eso, aunque no tengan maestros como operadores.
Estas votaciones son de gobernadores y presidentes municipales. Pero el teniente coronel Hugo Rafael Chávez Frías las ha tomado como de vida o muerte.
Al que no le dice «asqueroso traidor», se la baja amenazándolo nada más de muerte: «Si permiten que la oligarquía regrese a la gobernación, a lo mejor voy a sacar los tanques». «Esta es una revolución que está armada». ¡Órale!
Chávez Frías dice que la prenderá si le derrotan en los estados de: Carabobo -precioso nombre-, Zulía, Nueva Esparta, Sucre y Guarnica. Por eso amenaza, ofende, suspende telenovelas para echar sermón, corrompe, espía. El ambiente es de violencia verbal extrema.
Y acuérdense que allá, en Venezuela, casi hay tantos partidos políticos como venezolanos y venezolanas en edad de votar. Cada quien parece tener registrado su partido. Por eso mejor hacen dos bloques: el oficialista de Chávez con los cubanos de Castro y el de los venezolanos independientes, que todavía no siguen el consejo de Simón Bolívar: «Huid de un país donde uno sólo ejerce todos los poderes. Es un país de esclavos».
En Venezuela, Chávez tiene 10 años mangoneando y llevando al desastre a la que fuera rica economía petrolera. Puro terror, odio, división hasta familiar, despotismo, asesinatos.
Eso sí: una oposición de lo más civilizada, agradable y enérgica.

Gregorio González Cabral (8 columnas, Cd. de México, 27.11.08)

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Chávez entronca con el fascismo en Iberoamérica


El próximo día 23, Venezuela celebra elecciones en las que están en juego 22 gobernaciones y 326 alcaldías. Hugo Chávez ya ha amenazado con «sacar los tanques» si la oposición se hace con alguna de las plazas que el «líder bolivariano» considera estratégicas. Para Enrique Krauze, no cabe duda de que Venezuela camina hacia un régimen autoritario y que, en la actualidad, han desaparecido todas las garantías democráticas. «El destino de toda América Latina está unido a lo que suceda en Venezuela», dice el autor. Confía en que la llegada a la Casa Blanca de Obama pueda ayudar a abrir un proceso democrático en Cuba, «lo que puede desmotar el fervor anacrónico hacia Chávez». Krauze fue uno de los más estrechos colaboradores de Octavio Paz en la revista «Vuelta»; en 1999 fundó «Letras Libres» y es autor de la imprescindible «Trilogía histórica de México».

¿Cómo es posible que uno de los países con una de las trayectorias democráticas más estables del continente y un desarrollo económico más alto esté en manos de un militar populista? En la historia política de América Latina nada es una casualidad y Hugo Chávez, dice Enrique Krauze, no deja de entroncar con la «genealogía histórica del fascismo» en el continente.

-Dice que al escribir «El poder y el delirio» quiso comprender al personaje de Hugo Chávez. ¿Lo ha conseguido?
-He querido tomar al personaje en serio y no calificarlo de entrada de payaso y farsante, porque yo creo que no lo es. Es un hombre que ha tenido una genuina pasión revolucionaria y que ha creído en las cosas que ha hecho y no ha sido, en términos personales, un corrupto, alguien que está armando todo este inmenso tinglado político para enriquecerse. No, pero los grandes dictadores de la historia son de esa calaña, hombres que buscan la redención de sus pueblos y tienen un poder carismático sobre ellos. El suyo es un poder carismático basado en lo que yo llamo la veneración de los héroes, y el siglo XX nos dio suficientes ejemplos de lo que ese poder carismático hace con los pueblos.

-Para usted, hay una continuidad entre chavismo, peronismo y tradición antiliberal latinoamericana, que es, en definitiva, el verdadero problema del continente.
-Creo en la democracia liberal y, por lo tanto, creo en el diálogo, la crítica, la tolerancia. En América Latina ese ideal liberal es el que fundó las naciones, pero se desvirtuó a lo largo de estos dos siglos con las dictaduras, los caudillos, los caciques y también con las guerras civiles, con los pronunciamientos, con la anarquía, y después, en siglo XX, se desvirtuó con las ideologías y con las sucesivas revoluciones. Ese ideal liberal recorrió los dos siglos, pero no ha existido en la Cuba de Fidel Castro, ni en la Argentina de Perón, ni por supuesto en el Chile de Augusto Pinochet y está dejando de existir en Venezuela. La democracia venezolana está inmersa en una lucha en la que le va la vida.

-Maneja en el libro una palabra extraña: Venecuba.
-Pues está en el proyecto político de Chávez. Lo que quiero explicar es que él pertenece, como Castro, a la tradición de líder carismático de ascendencia fascista. Chávez retoma la revolución cubana y hace realidad el viejo sueño de Castro. Lo primero que quiso al tomar el poder es quedarse con Venezuela por el petróleo, y no lo logró, con dos intentos de invasión, y ahora ya lo está logrando y ha encontrado su heredero. Estos días se está jugando la suerte de la democracia en América Latina.

-¿Cómo puede influir la llegada de Obama a la Casa Blanca? Usted habla de una vía «china» para la economía cubana.

-Ahí pueden cambiar mucho las cosas. Queriendo ser un poco optimista, si Obama se abre hacia Cuba, le va a tender un puente de plata para poder tener una transición económica que, tarde o temprano, será una transición política. Esto podría suceder en diez años, porque no estamos hablando de un país de más de mil millones de habitantes como China y de tradición autoritaria de milenios; estamos hablando de un país con cincuenta años de revolución, lo que desmontaría el fervor anacrónico que existe hacia Chávez y desnudará sus verdaderas intenciones de permanecer en el poder, como todos los dictadores quieren, porque tiene una idea exacerbada de su papel en la historia, y esto le va a debilitar tanto como la baja del precio del petróleo. Y no nos engañemos: él quiere desbancar a Castro y hasta a Simón Bolívar en el altar mayor de los mitos de Latinoamérica.

-¿Cómo es posible que Venezuela, siendo una de las democracias más estables de América Latina, junto a Costa Rica y Colombia, haya llegado a esta situación?
-Pasaron dos cosas: una caída brutal en el precio del petróleo, que llevó muy arriba las expectativas de riqueza, y luego el famoso «caracazo». Cuando un gobierno mata, por la razón que sea, a más de doscientas personas en las calles es difícil que se aguante. Y luego hay un factor humano: Hugo Chávez. Además de la responsabilidad de las élites en la caída de la democracia en Venezuela.

-Por cierto, que se refiere a él como «genio político de larguísimo aliento».
-No se trata de encomiarlo moralmente, pero en términos políticos es un genio. Si vas a Venezuela, lo más lamentable de todo es la propaganda que se hace contra la oposición. Me recuerda a Goebbels, y no a mí, se lo recuerda a Teodoro Petkoff, el más prestigioso hombre de la izquierda liberal de Venezuela, que me dijo: «Esto es como los nazis». Para Chávez no hay más que amigos y enemigos, y al enemigo hay que aniquilarlo. Cuando lo ves en la televisión decir «los pitiyanquis escuálidos si ganan, habrá guerra y habrá que acabar con ellos», pero verdaderamente raro es que en Venezuela no se esté matando; no quiero ser profeta, pero están puestas las bases del odio para que en cualquier momento explote.
Viejos guerrilleros

-¿Seguía viva, por lo tanto, la vieja guerrilla latinoamericana?-Es que ahí está su genialidad: Chávez fue el que despertó a los viejos guerrilleros. Si miramos a sus ministros, son ex guerrilleros que tienen setenta y cinco años de edad. Él, con cincuenta y tantos, sacó del museo de la historia a esos personajes y quiere vivir él mismo como si fuera un guerrillero.
-¿Qué cree que pasará en las próximas elecciones?
-Yo creo que si fuesen elecciones presidenciales, las ganaría. Me parece bastante difícil que transfiera su carisma a todos los candidatos. Es previsible que pierda algunas gobernaturas y alcaldías de cierta importancia, pero es difícil que se deje derrotar tranquilamente.

Manuel Calderón (La Razón, Madrid, 17.11.08)

martes, 25 de noviembre de 2008

Obama y la bajada del petróleo pueden ser fatales para Chávez




Además de responsable de la editorial Clio, Krauze es un conocido historiador y ensayista mexicano. Como defensor convencido de la democracia liberal, analiza en El poder y el delirio explica-.No creo que lo sea, ni tampoco un cínico. Como todos los grandes líderes carismáticos, él es el primero que cree en Hugo Chávez. El proyecto bolivariano, que es casi un imperialismo, es real, serio y que cunde".



¿Cuáles son las raíces políticas en las que bebe Chávez?
Su árbol ideológico está vinculado a la historia del fascismo. Y queda claro que la raíz política de Chávez viene de la tradición de culto a la personalidad.

¿Es Chávez un Fidel Castro?
En realidad, lo que admira Chávez de Castro no es su modelo de protección social, sino el tiempo que ha conseguido permanecer en el poder. Venezuela aún no es Cuba, pero hay tal crispación política que es un milagro que no haya llevado el país a la guerra civil.

Admite en su libro que con Chávez quizá los pobres no vivan mejor, pero tienen la sensación de que se preocupa. Yo no discuto la vocación social del chavismo, sino el estado policial que la acompaña. Eso no es necesario para luchar contra la pobreza: volverse el propietario privado de los fondos públicos, usar el petróleo de forma discrecional. Todo el proyecto descansa exclusivamente en el petróleo.

¿Cómo cree que le afectará el desplome del precio del crudo?
Hay un gran riesgo de que el castillo de naipes del chavismo se caiga. En parte, ya ocurre.

¿Puede influir el factor Obama en el futuro de Venezuela?
Creo que Obama intentará un acercamiento a Cuba. Y eso va a minar el apoyo ideológico de Castro a Chávez. Puede ser una combinación terrible para él perder en pocos meses los bonos ideológicos que da Cuba y los ingresos de un petróleo caro. La suma puede ser fatal. Pero no se engañe, hablamos de un hombre con una determinación sobrenatural.



Pedro Vallín (La Vanguardia, Barcelona, 23.11.08)

Bolívar sería hoy un opositor de Chávez


La apropiación que el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ha hecho de la figura simbólica de Simón Bolívar para legitimar su postura política, evidencia una lectura tergiversada que contradice el propio pensamiento bolivariano, según sostiene el historiador mexicano Enrique Krauze. Para el fundador de la revista «Letras Libres», hay dos aspectos que «habrían hecho de Bolívar un opositor a Chávez: Como republicano, Bolívar estaba del lado del orden institucional y detestaba a la revolución.En cuanto al poder absoluto en manos de un líder carismático, Bolívar luchó toda su vida contra la monarquía, que era la encarnación del poder absoluto de aquel tiempo».

Krauze realizó estas declaraciones en un acto en el que presentó, en México, su reciente libro sobre Chávez, «El poder y el delirio», editado por Tusquets. «Presentar a Bolívar como un revolucionario social -añadió Krauze- se contradice con los escritos del propio Bolívar frente a los conatos de revolución social de su tiempo». «Cuando (Bolívar) pedía para sí el poder vitalicio en 1826, era dentro de un marco republicano: había un senado, legisladores, libertades, leyes; se sentía un poco como el protector», aseguró el escritor mexicano.

La Razón, Madrid, 23.11.08

Todavía falta mucho


El triunfo de la Oposición venezolana en cinco estados y la capital, Caracas, es una muestra de que la democracia sigue funcionando en el país sudamericano, aunque el camino por recorrer todavía es muy largo, afirma Enrique Krauze.

"La madurez democrática es, sobre todo, del pueblo venezolano. No creo que un Presidente (Hugo Chávez) que días antes amenaza con ocupar militarmente estados que caerían en poder de la Oposición, pueda llamarse democrático", explicó el historiador mexicano, autor del libro "El Poder y el Delirio" sobre la actualidad de la política venezolana, en entrevista telefónica con REFORMA.

Según Krauze, el triunfo de la Oposición en la capital venezolana es equiparable a la victoria electoral del perredista Cuauhtémoc Cárdenas en la Ciudad de México en el año de 1997.

"Es el corazón mismo de Venezuela y la sede de los poderes federales, y una Alcaldía con una serie de sectores populares, que ya es muy significativo que no hayan votado por el candidato oficial", aseveró el historiador.

Sobre la salud del oficialismo venezolano tras los comicios del domingo y el referendo constitucional que perdió en 2007, señaló que estos resultados significan que el diseño político basado en la propaganda ideológica y una "militarización virtual" no funciona.

"La gente quiere buen Gobierno, mejores servicios, y si no lo está logrando de manera eficaz o como el Gobierno lo está pregonando, se lo reclama. Esa es la esencia de la democracia y está funcionando en Venezuela", subrayó.

Asimismo, Krauze indicó que el triunfo ajustado de Adán Chávez, hermano del Mandatario, en Barinas, donde actualmente gobierna su padre, Hugo de los Reyes Chávez, demuestra que las costumbres nepotistas son esencialmente antidemocráticas. Dicha victoria fue cuestionada ayer por la Oposición.

"Imagine el escándalo que se armaría en México si el Presidente Calderón nombrara a sus familiares o los alentara para gobernar en Michoacán", estimó. Sobre el futuro de las relaciones entre oficialismo y opositores en el nuevo mapa político de Venezuela, el historiador dijo que ahora existe una correlación de fuerzas más equilibrada.

"Hablando de mapas, Chávez quería introducir lo que llamó una nueva geometría del poder. Esta idea de los consejos comunales, por ejemplo, y el proyecto que es el más caro a su corazón, que es el de la perpetuación en el poder. Esto (el resultado electoral) ya lo modifica de manera sustancial, lo aleja mucho del horizonte", afirmó.

"La Oposición estará animada rumbo a los comicios parlamentarios del año que entra, que seguramente van a introducir un mayor equilibrio, y esto enfilará al país hacia unas elecciones presidenciales en 2013 en las que probablemente no esté Chávez, aunque él hará todo lo posible por estar, por introducir esa reforma tan importante para él, puesto que quiere seguir cuando menos hasta el 2021, si no es que hasta la eternidad", auguró.

Oliver Tapia (Reforma, Cd. de México, 25.11.08)

Chávez

“Si permiten que la oligarquía regrese a la gobernación… a lo mejor voy a terminar sacando los tanques de la Brigada Blindada para defender al gobierno revolucionario y para defender al pueblo”, así amenazó a los ciudadanos de Carabobo, durante la campaña electoral, el presidente Hugo Chávez. Carabobo, el estado más industrializado del país, sede de la casas de General Motors, Chrysler y Ford, le dio la espalda al comandante Chávez, también la alcaldía de Caracas y otros estados de los más poblados en Venezuela.
Poco efecto surtieron esas y otras amenazas. Tampoco la agresiva campaña electoral que incluyó una marea roja como las que organiza el gobernador de Veracruz, Fidel Herrera; o la inhabilitación de algunos opositores, como la que pretende el gobernador de Colima, Jesús Silverio Cavazos Ceballos, contra el alcalde de Manzanillo, Virgilio Mendoza Amezcua.
El poder ciudadano expresado en la rutina democrática de acudir a las urnas (en una participación histórica, por cierto) acotó el poder de Hugo Chávez. Es un balde de agua fría a la caliente revolución bolivariana. Las victorias de la oposición al partido de Chávez, Partido Socialista Unido de Venezuela, pintan un mapa electoral distinto. Termina el monocolor rojo de Chávez y expresa la pluralidad venezolana, y permite enrumbar a ese país por un sendero de responsabilidad en el manejo de la economía y de tolerancia y respeto políticos. Al mismo tiempo en la región latinoamericana, y con la presión de los precios bajos del petróleo, las victorias de la oposición al régimen de Hugo Chávez pueden representar una confianza de que este “neobolivarismo populista” tenga, también, por fin, un frenazo en el continente.
Los mesianismos deben ser derrotados en las urnas. Nada lastima más a nuestras economías y crecimientos emergentes que el poder unipersonal e irresponsable. Nada ayuda más a los pueblos latinoamericanos que un gobierno acotado al imperio de la ley y dividido para su ejercicio. Mientras México tuvo a los monarcas sexenales, las crisis económicas las provocaban sus propias torpezas. No había poder humano que hiciera responder al gobernante inepto o cleptómano. Todo el poder se iba en fanfarronerías o equívocos que empobrecían, más, a nuestras clases medias.
Con mucho poder todavía, Hugo Chávez empieza ya a ser el pasado de Venezuela. “Una nueva etapa de esperanza” se abre en ese país, como declaró uno de los candidatos victoriosos. Chávez organizó una “batalla por el pasado”, como la definió Enrique Krauze en el recientísimo libro El poder y el delirio, en el que, con entrevistas, análisis y una apasionante recreación histórica, pone en su lugar al presidente venezolano. Krauze, en ese nuevo libro, defiende al liberalismo democrático recordando a Octavio Paz, recrea el escenario de la revolución bolivariana de tintes maniqueos y autoritarios, y alerta sobre la sacralización de la historia. Sobre esa adoración del pasado.
Advierte que en Venezuela el papel de lo sagrado lo asumió Bolívar, que imanta a la sociedad venezolana como en México la Virgen de Guadalupe; y ese papel lo teatralizó magistralmente Hugo Chávez. Una religión sin más dios que Hugo Chávez, y un evangelio que sólo él escribe y él dicta a la nación.
Un evangelio de pasado. Un discurso de ayer. Una nostalgia por las glorias pretéritas. Una añoranza por el panteón. Ese discurso de enaltecer “el antes” es el miedo al futuro. Es la repugnancia a la modernización del país. Ese discurso es el que está sacando del ropero de los recuerdos el Partido Revolucionario Institucional en México.
Germán Martínez Cázares (El Universal, Cd. de México, 25.11.08)

Las palabras son a veces la antesala de los puñales


No sería decoroso describir en este espacio el mensaje que envió Andrés Izarra al historiador Enrique Krauze, en respuesta a su inquietud de volver a Caracas para presentar su libro, El poder y el delirio, donde hace una caracterización del liderazgo de Hugo Chávez y de las circunstancias que lo llevaron al poder. Krauze ya había sido recibido en julio pasado por el ministro Izarra y por otros dirigentes del chavismo que colaboraron con su testimonio en la elaboración del libro.

Pero temía, sin embargo, que en una siguiente visita pudiera correr la suerte del activista de Human Rights Watch, José Miguel Vivanco, o del profesor Fernando Mires. Y no se equivocaba. "La respuesta (de Izarra) –cuenta Krauze– fue en términos muy impropios y muy descalificadores para venir de un ministro de Información. Lo que hicieron fue confirmarme que él pertenece a esa corriente radical. El libro tiene un tono de crítica pero de respeto, tener una actitud negativa con respecto a un texto escrito con ese tono, habla muy mal del régimen".Son a esas palabras hirientes, virulentas, a las que se refiere Krauze cuando dice que en Venezuela reina hoy el discurso del odio y una división del país que no se percibía hace diez años. Es uno de los rasgos que más le preocupan del sistema que se ha procurado Hugo Chávez, que es decir bastante.
–Ahora que Obama promete cambios en la política de EEUU, ¿qué sería de Chávez sin un imperio que le sirva de enemigo?
–Si hay cambios sustanciales en la política de Estados Unidos frente a América Latina y, en especial, frente a Cuba; cambios que no se antojan muy difíciles porque es un clamor que se cierre la base de Guantánamo y que haya un deshielo en las relaciones y las remesas de dólares puedan llegar a Cuba. Porque Florida, incluso ese estado tradicionalmente tan rígido, se ha inclinado por Obama. De modo que, por todos esos motivos, hay un clima que presagia cambios.
Ya entonces eso y la llegada al poder de un presidente afroamericano tiene un peso simbólico y un peso real tan grande, que bajará el valor de los bonos ideológicos de Hugo Chávez. Así como ha caído el petróleo de 140 dólares a 50 dólares, también los bonos ideológicos van a bajar de la misma manera. Él, claro, hace unos meses dijo que podía subir el precio del barril de petróleo hasta 200. La realidad lo desmintió. Del mismo modo, él puede seguir teniendo una expectativa distinta, pero si Estados Unidos demuestra con hechos que hay un cambio, realmente se va a quedar sin municiones o sin pólvora ideológica.
Entonces, pueden pasar dos cosas: que venga una actitud de cordura y que en los años que le quedan Chávez se dedique a hacer un gobierno eficaz, menos vociferante; o al revés: un hombre todavía más radicalizado, que busque alianzas todavía más profundas con Irán o con Estados de esa naturaleza. Yo no podría apostar, pero por lo que he estudiado de su psicología me parece que las dos cosas son posibles, pero me inclino levemente por la segunda.
–Además, Raúl Castro ha mostrado su voluntad de cambiar la relación con EEUU.
–Estoy seguro que a Cuba no le conviene una reedición de la crisis de los misiles, no le conviene volver al libreto de los 60. Cuba lo que quiere es una inserción en la vida global que permita a los habitantes de la isla vivir mejor. El secreto a voces que todos sabemos es que la penurias de la población cubana y los sacrificios por la revolución han sido enormes.
Es justo que tengan una apertura en su vida económica y eso sólo se puede lograr muy bien si Estados Unidos cambia de actitud, porque esa ha sido una de las piedras de toque de la rivalidad entre Cuba y Estados Unidos. Frente a eso, creo que Raúl Castro tendrá una actitud pragmática y no creo que le guste mucho la radicalización que pueda tener Hugo Chávez.
–Usted menciona en su libro, parafraseando a Raúl Baduel, que Chávez posterga la solución de los problemas para contro lar el poder, a fuerza de clientelismo.
–Todavía con el petróleo a estos niveles y con esa riqueza y con el gran poder de su carisma y con esa vocación social que, a pesar de todas mis críticas, yo le reconozco –quienes niegan esa vocación, están negando la realidad–. Esa vocación social, su carisma y la riqueza que tiene el Estado petrolero, todavía puede hacer persistir la ilusión de que un Estado proveedor y una mayoría clientelar solucionan los problemas de Venezuela. Ojalá no sea así, porque el despertar de ese ensueño va a ser muy doloroso. Yo esperaría a que, sin renunciar de ninguna manera a su vocación social y a muchos de sus programas, se concentre en hacer un buen gobierno, porque eso lo fortalecerá para la vida política que pueda llegar a tener él después del 2013. Pero mientras le digo estas soluciones, siento que estoy hablando de una utopía, porque cuando las confronto con las declaraciones de Chávez de todos estos días y su actitud absolutamente guerrera, implacable contra la oposición, cómo puede esperarse una actitud de cordura con esa emotividad desbordada y delirante. Por eso llamé a mi libro El poder y el delirio.
–No es el plan del "héroe" hacer un buen gobierno de aquí al 2013, ¿no es así?
–Ese es el corazón de mi libro.Creo que en la mitología del héroe, en su veneración y en la construcción de su propia estatua heroica está la clave para entender a este señor. Y claro, uno nunca piensa en el presidente Lula como un héroe, sino como en un gobernante moderno y eficaz. Los gobernantes modernos y eficaces no quieren ser héroes; sólo quieren ser eso: gobernantes modernos y eficaces.Pero Chávez quiere ser un héroe; y en lo último que pensaría un héroe es en un gobierno cuerdo, sensato, discreto.
–¿Cómo surge un liderazgo como el de Chávez en la democracia más antigua de América Latina, en la que la izquierda, en comparación con la socialdemocracia, contó con tan poco arrastre popular?
–Desde los griegos se sabía (está en Aristóteles y en Platón) que las democracias son creaciones humanas frágiles, las democracias se pierden cuando no se cuidan. Y yo creo que la segunda generación de presidentes después de Betancourt y Caldera, la segunda generación de Punto Fijo, sencillamente descuidó la vida democrática. En vez de consolidarla, la despilfarró. Desatendieron las necesidades sociales, dejaron de tener sensibilidad social, hubo corrupción, irresponsabilidad, ineficacia.Hubo una actitud faraónica en las creaciones del Estado. Se desprestigió la vida política. Todos los límites que había puesto Betancourt en términos de evitar el peculado, ser discretos hasta en la forma de comunicarse con la gente, se perdieron. Vino la crisis de la caída del petróleo, algo, por cierto, no muy distinto a lo actual. Todas esas circunstancias hicieron que las elites rectoras de Venezuela casi conspiraran para acabar con la propia democracia. Y si los que tienen que defender la democracia no la defienden, es natural que surja el caudillo, el hombre providencial. En nuestros países latinoamericanos, que tan difícilmente han podido ir construyendo sus democracias, cuando éstas no se fundamentan, no se consolidan, lo que nace de las entrañas de nuestros países son los caudillos. No es nada casual que haya surgido, entonces, Hugo Chávez. Pero también a él hay que darle el mérito de ser un líder carismático auténtico porque de esto qué duda cabe.Uno de los factores centrales de por qué la democracia liberal en Venezuela entró en un estado tan precario, es la fuerza del líder carismático, que concentra el poder en su persona de un modo no distinto en el que lo concentraban los líderes carismáticos del siglo XX: Mussolini, etcétera.
–Además de la caída del petróleo, hoy en día se repiten en Venezuela la corrupción, la creación de ministerios para cada necesidad, la actitud faraónica. Pero eso que le hizo tanto daño a la democracia, ahora no parece hacerle daño a Chávez, a juzgar por las encuestas, que siguen restándole responsabilidad a él en la ineficacia del gobierno y atribuyéndosela al entorno.
–En mi libro explico las causas históricas de eso. Nuestros pueblos tienen una cultura política muy antigua. En términos históricos, la cultura política de nuestros pueblos se mide en siglos, no en años. Nuevos pueblos tienen la cultura política de la veneración al caudillo. Y antes de la veneración al caudillo, era la veneración al monarca. Por tres siglos, los monarcas españoles gobernaron América sin que ninguno de ellos tuviera necesidad de venir a América. Entonces, en la tradición y cultura política ibérica, el rey o el monarca siempre tiene la razón; los que fallan son los subalternos o los gobernantes menores o los alcaldes. Yo hago la referencia en mi libro al teatro español del siglo XVII, donde el culpable era el alcalde de Salamea, y el pueblo se levantaba contra el alcalde, el gobernador y el magistrado concreto y siempre había "vivas" al rey. Es la idea de que el monarca es bueno y, si fallan las cosas, es porque a él lo engañan o no lo sabe. Es una actitud de ingenuidad muy propia de la cultura política de nuestros países, y sólo irá cambiando poco a poco, conforme vayan acumulándose las decepciones.
–Usted ha dicho que Venezuela ha perdido a sus líderes civiles, ¿cuánto falta para recuperarlos?
–Mi impresión es que todavía les falta un camino muy largo. Los estudiantes, por su propia naturaleza, son una condición temporal, transitoria, y son muy jóvenes.Hasta Betancourt tardó muchos años en madurar del joven de 20 años que se enfrentó a Gómez, al político consumado que fue. Por otro lado, creo que se decapitó a una o dos generaciones en ese momento en el que se suicidó casi la democracia liberal en Venezuela. Ahí hay figuras que he conocido, apreciables, pero evidentemente todavía no hay un grupo o un liderazgo. Ni siquiera los partidos han podido recuperarse del desprestigio que tiene hasta la palabra partido. Esa es la impresión que tengo yo. Es más lo que la propia población ha ido percibiendo para ir poniendo sus límites, que el liderazgo. Pero en la historia suele ocurrir que los líderes aparecen cuando uno menos los espera. La oposición cometió muchos errores, incluso en el período del propio Chávez, que parece que eran una cadena de suicidios. Han sido muchos años de cometer torpezas y de negarse a sí mismos.
–¿Sigue convencido de que el movimiento estudiantil durará o cree que en el último año los consumió la vanidad?
–Algo de eso último. Cuando hablé con ellos en diciembre les dije `lo único que importa es que ustedes hagan que esto dure’. Y no sé si me entendieron muy bien lo que les quise decir, porque para que eso durara tenían que haber organizado algo, unos clubes, una especie de movilización continua y pacífica. No estoy seguro de que esto se haya estado haciendo y algunos de ellos ya tienen un poco de protagonismo. Es muy complicada la vida política y tampoco se les puede pedir experiencia, porque una generación antes de ellos, las personas que están en sus 30 o 40, ¿dónde está? Si tuviera algún consejo que dar diría `trabájese muy fuerte para elecciones parlamentarias’ y formen grupos, no necesariamente partidos, que sepan que esta es una carrera larga. Hay que consolidar una oposición contra viento y marea, y contra lo más grave que vi allí, contra el discurso del odio. Las palabras son a veces la antesala de los puñales.
Maye Primera (Tal Cual, Caracas, 25.11.08)

lunes, 24 de noviembre de 2008

Venezuela está cansada del discurso confrontacional


El Poder y el Delirio - Televisa


Carlos Loret de Mola conversa con Enrique Krauze sobre las elecciones en Venezuela. 24 de noviembre


Enrique Krauze conversa sobre "El poder y el delirio" con Marisa Iglesias. Milenio TV, 23 de noviembre.

Chávez, el golpeteo del socialismo del siglo XXI

Entrevista elecciones Venezuela.mp3 -

Carlos Puig conversa con Enrique Krauze sobre los resultados de las elecciones venezolanas. 24 de noviembre.

La política del odio



Hoy se realizan las elecciones regionales (22 gobernaciones y 326 alcaldías) en una Venezuela que cada vez se parece más a las ‘banana republic’ de los años 70.

Se parece, porque quien ostenta el poder (que no va a aceptar perder en los comicios), anunció la salida de tanquetas a las calles, para ‘persuadir’ a aquellos que todavía no estén convencidos de que la revolución del clan de Hugo Chávez es el que le conviene a ese país.Las elecciones llegan en momentos en que la Venezuela de noviembre, no es la misma de hace un año, que nadaba en petrodólares que el gobernante regalaba muy dadivoso a los vecinos que ven con buenos ojos su forma de ejercer el poder y la política (Bolivia y Ecuador, principalmente), aunque también ha incursionado en Cuba y en algunos países asiáticos que no tienen a la democracia como su forma de gobierno.Los candidatos de Hugo Chávez para estas elecciones, hacen parte de su círculo más cercano familiar, como cuñados, hermanos y hasta su propio padre, y de quienes lo siguen acompañando en su apuesta militar, que cada vez son menos de los que originariamente lo secundaron en el golpe que le dio a la clase política venezolana, por medio de las urnas. En diciembre del año pasado, Chávez tuvo su primera gran derrota electoral, ya que los venezolanos no le aprobaron el referendo reeleccionista, que permitía que fuera mandatario hasta que quisiera. Como los responsables de esa derrota fueron, mayoritariamente movimientos estudiantiles, comenzó una persecución que ya ha cobrado la vida de varios de esos líderes, aunque nadie se atreve a afirmar que sea un crimen de Estado.
Enrique Krauze, es un historiador mexicano muy reconocido en latinoamérica, que acaba de lanzar el libro El poder y el delirio, sobre el caso de Hugo Chávez. En una reciente entrevista, afirmó que Chávez tiene un delirio de poder, y que si algo enseño el siglo XX “es que la concentración de poder en manos de líderes carismáticos sólo ha traído violencia, guerra y muerte”. Krauze incluso afirma que le parece extraño que los venezolanos no se estén matando por sus ideas. Pero que no haya pasado hasta ahora, no quiere decir que no ocurra si los resultados de hoy le son adversos al régimen chavista.
Editorial (La tarde.com, Pereira, Colombia, 23.11.08)

Réplica a la réplicante



Enrique Krauze ha presentado su nuevo libro: El Poder y el Delirio, en el que hace una crítica al gobierno de Venezuela, por el cual ya recibió sus primeras críticas. Krauze había ya desatado polémica con sus artículos en el Washington Post en tiempos de las elecciones mexicanas del 2006 así como por su ensayo en la revista Letras Libres "El Mesías Tropical".

Hay pocas dudas pues respecto a la ideología del historiador Krauze y habrá a quien le guste y a quien no el trabajo del señor, en lo personal su revista Letras Libres me parece referente en los círculos literarios mexicanos; el asunto es que sin importar sus preferencias políticas nadie en su sano juicio pondría en duda su capacidad como escritor, historiador o ensayista, y si aquí en México se habia ganado "enemigos" por parte de los lopez-obradoristas imagínate los que se está ganado en sudamérica. Al menos yo ya leí en una página (literalmente roja) a su primer replicante y hay algunos detalles en dicho artículo que me llaman la atención:
Las agresiones empiezan en el mismo primer párrafo acusando a Krauze como persona que "expele una desagradable fetidez" quiero pensar que en modo figurativo claro. Apenas al siguiente hacen referencia a su apellido de descendencia alemana que lo convierte en un "ideologo neo-nazi" (¿pensaran lo mismo de Karl Heinrich Marx?), dicen también que es un "historiadorcito de dudosa inteligencia.. mediocre y que dudo curso la universidad", esto a pesar de sus mas de 30 años de trayectoria y su doctorado. Después pasa a hacer referencia a la mala situación de México (históricamente mala por cierto), muy mala debo decir (yo mexicano), sobre todo en lo referente al crimen organizado y la corrupción de los gobernantes, ¿se imagina que ademas llegué alguien a perseguir intelectuales, cerrar (expropiar) cadenas de television, y hacer listas negras de la gente que esta contra "la revolucion") bueno eso si nos haria estar mas jodidos de lo que ya estamos, y ya para finalizar su articulo habla del "hermano pueblo mexicano", gracias, que amable!.
No pido estar deacuerdo con todo lo que diga un personaje por mas credenciales que tenga, pero hay que tener argumentos mejores o al menos menos fanáticos respecto a otro personaje (y peor si ese personaje es Chavez) para hacer una contracrítica ¿No?. Yo he leído fragmentos del libro y si bien no voy a creer todo lo que leo al menos tengo que aceptar que muchas referencias, por ejemplo, a Bolivar por parte de Chávez están bastante bien desmentidas por Krauze (desmentidas por la historia mejor dicho), y si tomamos eso como base pues la ideología chavista queda bastante debilitada, sin duda este libro es solo un golpe mas al mandatario venezolano y seguramente no sera un golpe de gracia ni debilitara (¿mas?) la credibilidad del presidente sudamericano, pero es curioso como reaccionan sus correligionarios cuando sale a la luz información que desvirtúa a su líder. Yo para concluir mi propia réplica a la réplica debo decir a ROSEMARIE que en este blog SÍ PUEDE opinar al respecto con una libertad que quizás desconoce allá desde donde escribe y le doy (quizas) la primicia de que Krauze NO irá a Venezuela para la presentación de su libro, dicen las malas lenguas que quizas fue influido por el caso de Fernando Mires apenas en octubre de este año.
Enrique V. (tintaypixeles.blogspot.com, 23.11.08)

Nuestra hemiplejia democrática



Hay quienes, por ignorancia o por malicia, confunden justo medio con mediocridad. Son ellos los mediocres: los que no entienden el radicalismo de la sensatez y la audacia de la cordura, se conforman con el blanco o el negro y sucumben al facilismo del prosélito seguro y enemigo inequívoco. No hay gesta más ardua y valiente que la búsqueda del equilibrio. Si la verdad tuviera domicilio, viviría en el centro, en la esquina de la avenida de la autocrítica con la calle de los matices. Y el que se mudara ahí empujado por una necesidad de aceptación no tardaría en percatarse de que, paradójicamente, habitaría en el albergue de los incomprendidos y los solitarios.

El mundo sigue pidiendo a gritos la elusiva síntesis de libertad y justicia. Y ninguna otra región la necesita como América Latina, que padece más que nadie los efectos del vuelo sin escalas del capitalismo salvaje al socialismo real, y del salto de la estadolatría a la soberanía del mercado y su casino global. El primer mundo equilibró a sus sociedades porque construyó el Estado de bienestar, y aunque mañana se arrepienta hoy puede darse el lujo de desmontarlo parcialmente. Acá tenemos que montarlo. Pero nosotros solemos confundir Estados fuertes con liderazgos fuertes y soslayar el hecho de que los caudillos merman a las instituciones: no pocas veces nos hemos liberado de dictaduras de derecha sólo para sustituirlas con providencialismos de izquierda. Estamos atrapados entre la mano invisible y la mano imprevisible.
La vertiente política de ese dilema es el epicentro de El poder y el delirio, el nuevo libro de Enrique Krauze (Tusquets, 2008). El actor es Hugo Chávez y el escenario Venezuela. Krauze señala a Chávez como la más reciente encarnación del caudillismo latinoamericano y la más inminente reencarnación de Fidel Castro. Le preocupa, con razón, la suerte de la democracia venezolana. Escalpelo en ristre, disecciona la psiqué y el estilo personal de gobernar del líder de la revolución bolivariana y llega a la conclusión de que es el peligroso germen del resurgimiento de la autocracia. Reivindica, también con razón, a opositores de centro izquierda como Américo Martín y Teodoro Petkoff (aunque le queda a deber a Pompeyo Márquez). Escudriña la historia de Venezuela en busca de un paradigma demócrata progresista, que encuentra en Rómulo Betancourt. Pide, una vez más con razón, el surgimiento de una socialdemocracia en Latinoamérica.

Comparto la cruzada democrática de Enrique. Hay, sin embargo, un punto en el que nuestros senderos se bifurcan. A mi juicio, la democracia empezó a beber a partir de los años ochenta una pócima que paraliza lentamente el lado izquierdo de su cuerpo. En cierto sentido, la sociedad abierta popperiana se ha ido cerrando poco a poco, reduciendo su menú ideológico a una sola sopa económica. ¿Qué le diría Ralf Dahrendorf al ciudadano de Varsovia sobre esa ausencia de alternativas? El precio que la democracia social europea tuvo que pagar para asistir al banquete de la modernidad era más que razonable: renunciar a la violencia y aceptar los principios del liberalismo político. Pero después se le exigió acatar a pie juntillas la nueva versión del liberalismo económico al grado de excluir cualquier heterodoxia. A la nueva derecha le faltó magnanimidad en la victoria y le sobró voracidad, perdió pragmatismo y se volvió casi tan dogmática como su vieja adversaria. Ante su acorralamiento, lamentablemente, buena parte de las izquierdas latinoamericanas reaccionaron atrincherándose en el pasado. Si la derechización provoca ya una resaca en Europa y Estados Unidos, la prevalencia del chip marxista y la miopía del establishment capitalista pueden generar un tsunami en nuestra América.
“Quién sólo conoce España no conoce España”, le dijo Hugh Thomas a Enrique Krauze. Yo digo que quien sólo escribe sobre Venezuela no escribe sobre Venezuela. El mensaje implícito de El poder y el delirio va dirigido, evidentemente, a los demás países donde sube la marea roja. Pero ojo: la agenda de una socialdemocracia latinoamericana no puede ser como la de la europea. Nuestras desigualdades nos obligan a priorizar una profunda reforma que permita construir una casa común con un piso de bienestar que impida la caída de los débiles, un techo de legalidad que detenga la fuga de los poderosos y cuatro paredes de inclusión que amparen la cohesión social y la gobernabilidad. De acuerdo, aunque no ha instaurado una dictadura, Hugo Chávez no representa a esa izquierda. Pero extender la descalificación a los esfuerzos de Rafael Correa en Ecuador, de Cristina Kirchner en Argentina o de Fernando Lugo en Paraguay por forjar en el marco de la democracia el justo medio entre el mercadocidio y la estadofobia es avalar el neodogmatismo y nuestra hemiplejia democrática. Y tengo que decirlo: discrepo tanto de la radicalización poselectoral de Andrés Manuel López Obrador como de la tesis de que si hubiera llegado a la Presidencia se habría convertido en otro Chávez.

El libro de Krauze es una provocación muy inteligente y muy bien escrita. Más allá del resultado de las elecciones de ayer, todos debemos darle la bienvenida a una obra de esas características. Especialmente la izquierda, nuestra izquierda democrática, a la que le urge un debate de altura para sacudirse su marasmo.

“Quién sólo conoce España no conoce España”, le dijo Hugh Thomas a Krauze. Yo digo que quien sólo escribe sobre Venezuela no escribe sobre Venezuela. El mensaje de El poder y el delirio va dirigido a la marea roja.
Agustín Basave (Excélsior, 23.11.08)

jueves, 20 de noviembre de 2008

Ministro de Información cuestiona a Krauze crítica sobre Chávez

El historiador mexicano Enrique Krauze, autor del ensayo sobre el presidente Chávez titulado El poder y el delirio, cuya presentación está prevista para realizarse próximamente en Caracas, informó ayer que recibió un correo electrónico de Andrés Izarra, ministro de Información y Comunicación, con "términos impropios" ante la crítica contenida en el ensayo.

"Me confirma que la tolerancia a la crítica no es una de las virtudes del régimen chavista", dijo el historiador, quien reconoce, no obstante, la "vocación social" de Chávez -aunque de forma discrecional- con sectores excluidos durante mucho tiempo en Venezuela.

Krauze preparó El poder y el delirio en Venezuela, donde conversó con partidarios chavistas, algunos de ellos de su entorno cercano. Krauze consideró que el sueño de Chávez es convertirse en el equivalente de Stalin pero respecto al régimen cubano de Fidel Castro. "Él no usa la palabra padre para referirse a Castro de manera simplemente sentimental, está buscando quedarse con ese capital históricoideológico", apuntó Krauze Algunas de las "desmesuras" del mandatario venezolano -añadió- son contempladas con reservas por el revolucionario cubano, ahora apartado del poder tras casi medio siglo como máxima figura de la isla caribeña.

Castro, "un político maquiavélico" según Krauze, podría temer que las acciones del venezolano -"un volcán de emotividad, de ambición, de resentimiento" que "está siempre escalando sus apuestas"- lleven a un levantamiento militar o a una guerra civil, según Krauze. Para Chávez, "nada sería mejor que revivir la crisis de los misiles del año 62 y ser él el nuevo Che o el nuevo Fidel que siga desafiando a los yanquis", apuntó el historiador.
El envejecimiento de Fidel le otorga al ex militar venezolano mayor margen de actuación para extender su impronta sobre América Latina, agregó Krauze, que calificó a los países en la órbita de Chávez de "virreinatos". La llegada al poder del estadounidense Barack Obama, en principio partidario de una mejor relación entre su país y Cuba, podría cambiar la ecuación, afirmó el experto. De igual manera, la reducción de los precios del petróleo también podría derivar en una limitación de los movimientos para el "sueño imperial" de Chávez, "un héroe que sabe muy bien que no es un héroe".
El académico admite que el gobernante no es un hombre "cruel" o "sanguinario", pese a las "feroces" campañas de propaganda contra la oposición. "Acosado por una gestión diplomática nueva de Obama, por la realidad del mercado y los precios del petróleo", el régimen podría tomar otros derroteros, apuntó el historiador. Sin embargo, quedó a la expectativa de lo que suceda tras las elecciones del próximo domingo.

Agencia Efe (El Nacional, Caracas, 19.11.08)

Réplica a Enrique Krauze

Cada ser humano expele la esencia de lo que es, en algunos casos esa esencia expele aroma exquisito y en otros expele desagradable fetidez, como el que expele el historiador Mexicano Enrique Krauze. El apellido dice de su descendencia Alemana, vale pensar en un ideólogo Neo-Nazi. Se dice autor de un libro El Poder y el Delirio, que promociono en Madrid y para darle publicidad lo hizo a costa de la figura del Mandatario Venezolano Hugo Chávez, democráticamente elegido en varias votaciones. Las barrabazadas de un historiadorcito de dudosa inteligencia y conocimiento, vitupera dejando a la vista la textura que lo pinta de cuerpo entero. La mediocridad de este personaje, que dudo curso una Universidad no tiene parangón, por ello no se puede tener en cuenta y mucho menos ponerse a discutir, ya que sería bajar a su altura.
Bueno sería que este personaje, escritor novato aceptara la crítica constructiva. Todos sabemos de las penurias y el esquilmado del que es objeto, el otrora gran País que fue México, hoy entregado con grilletes en pies y manos, maniatado y aniquilado. México se desangra todos los días entre capos de la droga, en la guerra entre la droga legal y la droga ilegal, es otra Colombia, con las mismas características, los mismos propósitos y los mismos "flexibles gobernantes". Pero no solo con estas mafias del narco cuenta México, también tiene sectas dentro de su gobierno como El Yunque. México nunca gano ninguna guerra revolucionaria, ya que esta fue traicionada, y sus héroes exterminados, por ello los 70 años del PRI.
Lo que le sobró a México fueron los sucesivos gobiernos corruptos. Remato la entrega de México: Vicente Fox, mitad Irlandés y mitad Mexicano, su gobierno fue corrupto con ideas neo-liberales que no hizo hincapié por traspasar hasta al Dios del Maíz. Todos sabemos cómo llego el Pte. Calderón al Poder, y para que? para ponerle la cinta y la tarjeta al México empaquetado. Si en verdad Enrique Krauze es un historiador, es mejor que realice un libro relatando sobre la verdad de lo que esta ocurriendo en México. Ese libro si lo compraría para leerlo.
Yo le aconsejaría que no muestre las hilachas de un escritor burdo, señalando en un libraco lo que cree, que lo que piensa es verdad, y que alguien con inteligencia lo acepte. Vender historietas superfluas créamelo Sr. Krauze, no dan para comer. Me atrevo a aconsejarle, en vez de vituperar a Mandatarios e Idealistas, que han dejado ejemplos de trayectorias valorables, y siendo que no son de la línea de su pensamiento, trate mejor de hacer algo positivo por su México lindo y querido que hoy agoniza, y seguro que tendrá más éxito. El Dios de la Guerra no dejara este planeta mientras existan seres humanos empeñados en sembrar discordias, confrontaciones, y soplando el fuego para que el planeta arda. Ser un mejor humano le agradaría al planeta Enrique Krauze. Espero tenga la altura de aceptar, la critica constructiva.
Rosemarie (en Indymedia, 19.11.08)

Los delirios del poder



El poder y el delirio es su libro número 24, "aunque parece el primero, por el entusiasmo que tiene", dicen quienes trabajan con él.
Ensayista e historiador, el mexicano Enrique Krauze es una de las voces más autorizadas para entender y explicar América Latina. Trabajó de cerca con el premio Nobel Octavio Paz en las páginas de Vuelta, revista cuyo espíritu de debate procura mantener vivo en Letras Libres, que fundó hace siete años. Ha publicado una vasta obra ensayística en la que destacan, entre otros, Caudillos culturales en la revolución mexicana (1976), Por una democracia sin adjetivos (1986), Siglo de caudillos (1993), Tarea política (2000), Travesía liberal (2003), La presencia del pa sado (2005) y Retratos personales (2007).
Desde que emprendió la tarea de escribir El poder y el delirio, Krauze convirtió Venezuela en su principal fuente de interés. Siguió primero el proceso del referéndum de diciembre de 2007 y se enganchó luego en el estudio profundo de un país que no siempre fue delirio.
Mientras Krauze habla, una sensación de naufragio anega la conversación. "La hazaña de Betancourt y la de otros hombres que le acompañaron caló en la sociedad venezolana", dice al hablar de una democracia construida. "Chávez es un comunicador excepcional, toca a la gente y comunica, todo eso es verdad pero creo que un sector importante de los venezolanos sabe que la lección principal de la política en todos los tiempos es que la concentración de poder absoluto en manos de una persona tiende invariablemente a la destrucción. Si hay una lección política de la historia, es la necesidad de poner límites. Ocurrió con las monarquías, que por siglos fueron divinas y terminaron por ser constitucionales y hasta finalmente llegar al artificio. Esta especie de restauración monárquica es una anomalía financiada por el petróleo en América Latina".
Krauze hace una pausa. "Más que en los precios del petróleo, confío en que crezca la conciencia de que un país no puede poner su destino en manos de una persona".
Siete Días (en El Nacional, Caracas, 26.10.08)

Editorial Alfa presenta El poder y el delirio

En un vertiginoso recorrido por la Revolución Bolivariana se embarca el historiador y ensayista Enrique Krauze. El avance de este proyecto del presidente Chávez en varios países de Latinoamérica, despertó en el autor el interés de comprender antes que juzgar, aunque no se abstuvo de enfilar la crítica en el género denominado "historia del presente" que reúne diversos enfoques: historia, reportaje, biografía, entrevista, coloquio, crónica, análisis ideológico y ensayo.
"Como biógrafo, he tomado absolutamente en serio a Chávez y he querido comprenderlo", asegura Krauze en el prólogo de su libro El poder y el delirio, el reciente título de la colección Hogueras que publica Editorial Alfa.
El autor, como historiador de las ideas y crítico de las ideologías totalitarias, sometió a análisis compendios de entrevistas, colecciones biográficas, ensayos políticos y entrevistas directas a políticos, algunos ministros, historiadores, ex candidatos, filósofos, representantes sociales inmersos en la revolución, así como quienes desde las mismas disciplinas manifiestan su oposición a las ideas de esa revolución.
"¿Por qué, como latinoamericano, escribo sobre Venezuela? Porque el ácido del autoritarismo ideológico avanza, a punta de petróleo, dólares y propaganda, sobre la tenue superficie democrática de nuestra región. (…) Este libro sobre Venezuela es un alegato directo contra ese nuevo culto “bolivariano” y contra la mentira ideológica que lo sostiene. (…) Si la democracia venezolana contribuyó a su propio fin, la democracia latinoamericana no puede cometer, no va a cometer, el mismo error. La salida está a la vista. Octavio Paz la delineó en 1989: ‘Debemos buscar la reconciliación de las dos grandes tradiciones políticas de la modernidad, el liberalismo y el socialismo. Es el tema de nuestro tiempo’".

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Los caudillos surgen cuando se descuidan las democracias

EntrevistaconCurzio.mp3 -

Entrevista de Enrique Krauze con Leonardo Curzio, en el programa Enfoque Matutino.

Leonardo Curzio (Enfoque matutino, 19.11.08)

Chávez representa el mito de la revolución

Entrevista con Carlos Puig.mp3 -

Entrevista con Carlos Puig, sobre la presentación de "El poder y el delirio". 17 de noviembre

Excesivos, el uso y la falsificación de la historia en Venezuela.

Entrevista Gómez Leyva.mp3 -

Entrevista realizada por Ciro Gómez Leyva durante el programa Fórmula de la tarde. 17 de noviembre.

El odio sembrado por el “histeriador” Krauze


Según el “histeriador” mexicano Enrique Krauze lo peor de Venezuela es el odio sembrado. No especifica quién sembró el odio pero lo imaginamos. El infantilismo de aquellos que escriben en la prensa española, por no llamarlo incultura e ignorancia, hace que todas las miradas y dedos señalen al presidente venezolano Hugo Chávez como artífice y responsable de todos los males habidos y por haber.

Está claro que Drácula, en un tractor, no estaría sembrando el terror, ni Chávez como presidente sembrando nada a no ser que fuesen planes alfabetizadores, universalidad del acceso a la medicina, accesibilidad del agua a la mayor parte de la población y acceso a la educación superior para miles de venezolanos.

Esa siembra no aparece en el discurso del “histeriador” Krauze que fue a Venezuela a aplaudir a los líderes estudiantiles financiados por la CIA estadounidense.

Krauze, como el 99% de los profesionales de la mentira, poco conocimiento necesita para escribir un libro, por encargo, sobre la situación venezolana. Aznar podría escribir uno, por ejemplo, y el embajador español, Viturro de la Torre, que fue a presentar sus cartas credenciales al día siguiente del golpe al dictador Pedro Carmona, podría escribir otro.

El papel lo aguanta todo, los pueblos y la historia no.

La calidad de un libro escrito por Enrique Krauze sobre Venezuela, con el aderezo de media página en El País de Madrid sirve para descalificar cualquier intento de acercamiento a un libro que será un cúmulo de recortes, de ignorancia y de lugares comunes.

El “histeriador” Krauze asegura que tituló su libro así, El poder y el delirio, porque él considera que Chávez padece “un delirio de poder” y que si alguna lección debemos aprender del siglo XX “es que la concentración de poder en manos de líderes carismáticos sólo ha traído violencia, guerra y muerte”.

Es decir, que Chávez es un Hitler-Mussolini caribeño y la única consecuencia que va a traer su reelección es violencia, guerra y muerte. Con esas premisas y conclusiones no me extraña que se piense dos veces la idea de presentar su panfleto en Venezuela.

Pero yo le propongo que escriba un libro sobre el rey de los españoles, que no sigue soñando con la reelección indefinida (pues nadie lo elige) y que además regala la “reelección a toda su familia por el tiempo que la gente permanezca narcotizada con ellos. No lo expulsarán sino que lo juzgarán por cualquier cosa que se les ocurra, al contrario de Venezuela.

La fresa de “histeria” final de Krauze, no podía faltar en un panfleto como El País, es cuando dice que lo más “descorazonador” de Chávez es el “odio que ha ido sembrando”. El periodista le pregunta si antes de Chávez no existía ya una siembra que él sólo tuvo que recoger. Krauze responde que no, no hasta ese punto. En el odiómetro de Krauze la ignorancia y la pobreza, la misma que sufre su país por cierto y de la que no se le ocurriría culpar a su presidente, tienen un origen y una finalidad: justificar cualquier bodrio que culpe a Chávez de lo humano y lo divino, porque antes de 1999 en Venezuela a los perros los ataban con chorizos carupaneros , los presidentes eran una maravilla y los derechos humanos un concurso de Misses.

El poder y el delirio no vale la pena ni leerlo, el título lo dice todo, es como la biografía de Chávez sin Chávez de Barrera Tyszka y Marcano, algo así como tocar el violín... sin violín, con un serrucho.


Xurxo Martínez Crespo (Aporrea.org, 17.11.08)

Chávez quiere convertirse en el Stalin de Fidel Castro

México.- El sueño del presidente Hugo Chávez es convertirse en el equivalente de Stalin pero respecto al régimen cubano de Fidel Castro, afirmó hoy el historiador mexicano Enrique Krauze, autor de El poder y el delirio

"Él no usa la palabra padre para referirse a Castro de manera simplemente sentimental, está buscando quedarse con ese capital histórico-ideológico", apuntó Krauze, cuyo último trabajo analiza la figura de Chávez en el contexto de la historia, informó Efe. 

Algunas de las "desmesuras" del mandatario venezolano -añadió- son contempladas con reservas por el revolucionario cubano, ahora apartado del poder tras casi medio siglo como máxima figura de la isla caribeña. 

Castro, "un político maquiavélico" según Krauze, podría temer que las acciones del venezolano -"un volcán de emotividad, de ambición, de resentimiento" que "está siempre escalando sus apuestas"- lleven a un levantamiento militar o a una guerra civil, según Krauze. 

Para Chávez, "nada sería mejor que revivir la crisis de los misiles del año 62 y ser él el nuevo 'Ché' o el nuevo Fidel que siga desafiando a los yanquis", apuntó el historiador. 

El envejecimiento de Fidel le otorga al ex militar venezolano mayor margen de actuación para extender su impronta sobre América Latina, agregó Krauze, que calificó a los países en la órbita de Chávez de "virreinatos". 

La llegada al poder del estadounidense Barack Obama, en principio partidario de una mejor relación entre su país y Cuba, podría cambiar la ecuación, afirmó el experto. 

De igual manera, la reducción de los precios del petróleo también podría derivar en una limitación de los movimientos para el "sueño imperial" de Chávez, "un héroe que sabe muy bien que no es un héroe". 

Krauze preparó El poder y el delirio en Venezuela, donde conversó con partidarios "chavistas", algunos de ellos de su entorno cercano. 

Tras avisar de que el libro se publicaría en Caracas, Krauze recibió "algún correo electrónico" del ministro de Información venezolano, Andrés Izarra, con "términos impropios", ante la crítica contenida en el ensayo. 

"Me confirma que la tolerancia a la crítica no es una de las virtudes del régimen chavista", dijo el historiador, quien reconoce, no obstante, la "vocación social" de Chávez -aunque de forma discrecional- para con sectores excluidos durante mucho tiempo en Venezuela. 

El académico admite que el gobernante no es un hombre "cruel" o "sanguinario", pese a las "feroces" campañas de propaganda contra la oposición política llevadas a cabo en el país, y que ha mostrado "realismo" en "momentos límites". 

"Acotado por una gestión diplomática nueva de Obama, por la realidad del mercado y los precios del petróleo, y por el avance de la oposición", el régimen podría tomar otros derroteros, apuntó el historiador. 

Sin embargo, Krauze quedó a la expectativa de lo que suceda tras las elecciones regionales y municipales en Venezuela, el próximo día 23, tras la amenaza de Chávez de sacar los tanques a la calle si en algunos lugares triunfa un candidato de la oposición.

El Universal (Caracas, 18.11.08) 

Chávez ejerce un tipo de dominación latente

México, 18 Nov (Notimex).- Concebido como una tentativa de "inocular" a México contra el "virus pernicioso del poder carismático o autoritario", el historiador Enrique Krauze dice acerca de su más reciente libro El poder y el delirio: - Es un alegato para advertir que las democracias no sólo se cuidan, sino también se defienden y se protegen.

Franco, abierto, contundente, el escritor y ensayista afirma en entrevista con Notimex: en México no estamos para perder nuestra democracia. Aunque, abunda, hay visos de que esto puede ocurrir si los partidos políticos no se modernizan, y si la clase política en general evita pensar más en la ciudadanía y en ofrecer resultados concretos

Para el autor de la serie Biografías del poder, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez -principal protagonista de su obra- es un hombre cuyo radio de acción no se limita a su país sino a toda la región, y representa un tipo de dominación, con una gran carga de ideología y manipulación histórica, que está latente en muchos países.

Padeciendo aún los estragos de un viaje de más de 11 horas que lo trajo de regreso de España, en donde acudió a las actividades conmemorativas por los siete años de la edición española de la revista Letras Libres, Krauze no deja de mostrar su entusiasmo ante la aparición de su nuevo libro. El poder y el delirio nació en diciembre del año pasado, días después de que los venezolanos fueron a las urnas y rechazaron la reforma a la Constitución propuesta por Chávez, que le permitiría perpetuarse en el poder. A pesar de que Krauze solicitó en dos ocasiones hablar con Chávez, éste se negó.

-Doctor Krauze, más allá de los lazos de amistad que lo unen con Venezuela, ¨qué es lo que hace que un historiador como usted se interese en una figura como Chávez?
-Siempre me han interesado las figuras del poder. No para admirarlas ni para destrozarlas, sino para analizarlas. A fin de desentrañar ese misterio, el misterio del poder. Cómo no interesarme en este personaje que es el más importante de la corriente del poder carismático en América Latina. Chávez es el hombre fuerte que apela a la historia, a las tradiciones, que moviliza a las masas, y que deja atrás las instituciones insípidas de la democracia. El estudio, primero; la documentación y finalmente la crítica de ese poder carismático y autoritario fue lo que me llevó a acercarme a este fenómeno. Personaje que además tiene el atractivo adicional de su complejidad, porque no es un Tirano Banderas (título de la novela de Ramón María del Valle Inclán), cualquiera ni un dictador típico, sino que tiene la particularidad de haber sido electo por una mayoría, a pesar de que la tendencia de su régimen es la concentración total del poder.


- No obstante haber sido electo por una mayoría, y de iniciar su segundo periodo de gobierno en enero del año pasado, 11 meses después la gente le dijo No a su propuesta de reforma constitucional, ¨qué es lo que ocurre con este tipo de liderazgos?
- Lo que sucedió el pasado 2 de diciembre fue más un problema de abstención, los que dijeron No, fueron los mismos que se lo habían dicho siempre; los adversarios no aumentaron, es un hombre tremendamente popular. Los que aumentaron fueron los chavistas que se abstuvieron, quienes se pronunciaron, con su decisión, por poner un límite, y con ello ejercieron la esencia de la democracia, la constante vigilancia del poder. Esa noción de limitar el poder es central en la democracia liberal y es aquello que los venezolanos institiva y racionalmente percibieron, entendieron y llevaron a la práctica. Si el próximo 23 de noviembre vuelven a hacerlo, eligiendo a algunos alcaldes y gobernadores de la oposición, habrán dado un paso más en ponerle cotos al poder absoluto, casi monárquico al que tiende Chávez.


- Chávez es un político con un liderazgo que utiliza las herramientas de la fe para perpetuarse en el poder, ¨esto lo hace más peligroso?
- La fe popular, la historia la utiliza con el único objeto de perpetuarse en el poder, porque uno no necesita del poder absoluto para encabezar un régimen con vocación social. Ahí está el ejemplo de Lázaro Cárdenas, que repartió 17 millones de hectáreas y nacionalizó el petróleo, y también está el caso de Luiz Inacio Lula Da Silva. Ambos no necesitaron hacer uso de las mitologías históricas ni decir que si Cristo volviera a existir votaría por Chávez. Chávez hace uso de la religión y de la historia para desvirtuarlas, adulterarlas y ponerlas al servicio de su propio proyecto, y ese uso de la historia y de la fe de las masas para manipularlas pertenece a la tradición fascista.
El socialismo del siglo XXI que tanto vocea en realidad nunca lo ha sabido definir con toda claridad, y si ese socialismo es confiar en que las comunas sean los motores de la economía, de la justicia social y del gobierno, se trata de un proyecto que en su momento demostró su inviabilidad en casos como en China.


- En el libro usted plantea un escenario económico desastroso en Venezuela, con indicadores en rubros como la inversión extranjera realmente alarmantes, ¨qué es lo que ocurre en la gente que a pesar de esto sigue votando por este tipo de líderes?
- Nuestra cultura política todavía es muy mágica, cuentan mucho las buenas intenciones. A la gente todavía le importa mucho medir a las personas por sus buenas intenciones, por lo que percibe como su sinceridad, bondad, su disposición y su sensibilidad, y Chávez tiene esa vocación social.
Yo no creo que Chávez sea un cínico, mucho menos un payaso o un bufón, creo que está sinceramente imbuido de una vocación de ayudar a los pobres, sin embargo todas las malas noticias que le lleguen sobre cómo se instrumentan sus programas no quiere escucharlas, porque para él hay algo más importante, su voluntad personal. Se trata de un narcisismo del poder. En nuestros países todavía se percibe al gobernante como dueño del poder, el poder se enajena, no se da como un mandato revocable, sino que se le otorga al gobernante para que se adueñe del poder.


- ¨En los jóvenes está el germen de esa cultura crítica que sale a las calles y que le dice No a Chávez, y que pide que se le acote el poder?
- Exactamente. La libertad sólo se aprecia cuando se pierde; como el aire, mientras no se pierde no se piensa en él. En Venezuela los jóvenes estaban dejando de respirar, sabían que iban a acabar sus oportunidad, sus posibilidades, su independencia misma, y además que la mayoría iban a ser ya empleados del gobierno con lo que eso significa, de acotamiento de sus perspectivas y por ello salieron a las calles, porque Chávez les estaba robando su futuro.


- Parafraseando a Hugh Thomas (historiador hispanista), ¨después de este libro pudo conocer más México?
- Sí. Me di cuenta de la importancia de la estructura del Estado en México, y de la iglesia, como dos entidades mucho más fuertes y el resultado de esa fortaleza de lo político y lo teológico comparado con Venezuela es una especie de llanura en donde no ha habido tanto Estado ni iglesia, como caudillos, dictadores y violencia. También aprendí a ver cómo se suicida una democracia. Eso fue lo que más me llamó la atención, porque desde Platón y Aristóteles está documentado que en la cuna misma en Grecia, los Estados-ciudad democráticos dejaban de serlo. La democracia se perdía y se ganaba cada rato. Cuando el mundo moderno readopta la democracia también se pierde la democracia. La democracia alemana se perdió de la manos de Hitler después de una elección, igual ha ocurrido con otras democracias; la democracia liberal venezolana también naufragó por obra de las élites.


- En todo el libro permea una idea clave que relaciona el liberalismo con el socialismo ¨cómo conciliar una con otra?
- Adopté como abuelo intelectual a Daniel Cosío Villegas y él era un liberal con sensibilidad social. Escribí su biografía. Me impregné de ese liberalismo. Mi abuelo Saúl, por la vía paterna, era un sastre socialista. Con esos dos antecedentes, siempre he creído que ambos se deben vincular. Sin embargo, en México lo que llamamos izquierda, académica, cultural, intelectual, en términos generales le ha dado la espalda al liberalismo. Que ponga en entredicho el liberalismo económico me parece muy bien, pero inexplicablemente se la dio, por ejemplo a Octavio Paz; la izquierda sigue teniendo mitologías estatistas; sigue desconfiando de la libertad del mercado mismo, el cual no endioso pero tampoco lo veo como la fuente de prescindible egoísmo humano.
Esa izquierda no es tolerante, no acepta la crítica, ni la diversidad ni la pluralidad, no es liberal. Es más desprecia lo liberal; es más para esa izquierda los liberales somos sus enemigos. Mientras se mantenga la cultura del insulto, el socialismo mexicano o la izquierda, permanecerá de espaldas a la generosa tradición liberal.

Notimex (19.11.08)